EL SENDERO DE INICIACIÓN

 

En esta Sección vamos a reunir frases de los diferentes Discípulos de la Gran Logia, relacionadas con el Tema de la Iniciación, el Sendero de Ascenso en la Esfera de la Evolución Interior:

 

 

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Entrevista en Luces en la Oscuridad:

 

Conferencia en Youtube (centro Tanit):

 

Conferencia Omraam regalo en la sala:

 

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HELENA PETROVNA BLAVATSKY

 

La Iniciación:

Como todos saben, entre los devotos de las grandes religiones de la antigüedad había ciertos grados y los pasos sucesivos, mediante los cuales se alcanzaban estos grados, eran señalados por la iniciación en los misterios.

Tales iniciaciones aún existen entre los devotos de la Religión Sabiduría y puesto que, debido a su naturaleza, tales iniciaciones están imbuidas en el más profundo misterio, se ha despertado mucha curiosidad en lo referente a su preciso carácter. Hay muchas personas que parecen considerar la iniciación como un proceso puramente mecánico, dependiendo sólo de la voluntad del iniciador y algunos parecen tener la propensión a culpar a los custodios de los misterios por no publicar, de la forma más amplia posible, cualquier conocimiento que puedan tener para que pueda estar al alcance de cualquier individuo con una mente inclinada a la investigación.

Sin embargo, la parte realmente importante de la iniciación es la idoneidad del candidato mismo. Desde luego, como se lee en la Biblia que el vino nuevo que se pone en botellas viejas puede hacerlas explotar, de manera análoga: si se imparte el conocimiento esotérico con demasiada anticipación, respecto al progreso ya hecho, se trastorna el equilibrio mental del candidato y esto puede dar lugar a la locura.

Entonces: la actitud que deberíamos adoptar no es la de un deseo intenso por la iniciación, que a menudo es sólo una forma de ambición, el deseo de ser más sabios que nuestros compañeros, sino una determinación intensa de hacer todo lo posible para hacernos idóneos, a fin de ser recibidos como iniciados.

Si es verdad que: «el universo entero es un agregado de estados de conciencia», esto parece implicar que la diferencia real entre un iniciado y aquel que no lo es, yace en el hecho de que el iniciado mira las cosas desde un punto de vista totalmente distinto de la mayoría de los seres humanos. No es que haya adquirido ciertos aspectos del conocimiento que otros no poseen, como la manera de manipular las fuerzas escondidas de la naturaleza, sino que se encuentra en un plano de conciencia más elevado. Si ha alcanzado tal plano superior, esto implica que toda la gama de sus ideas se diferenciará de la ajena y él será receptivo a la operación de causas de alcance más amplio que las que captan los demás. Podríamos decir que posee una información superior y más elevada que le permitirá sacar conclusiones más acertadas y sólo este hecho le dará un poder enorme.

La acción del universo entero es sólo una manifestación detallada y un ejemplo de la acción de la mente sobre la materia, gobernada, en el punto más alto, por la acción. de la mente universal. Entre la mente humana finita del individuo ordinario no iniciado y esta mente universal, se extiende un número infinito de grados que ascienden gradualmente y mientras más alto sea el plano de conciencia, más nos acercamos a la mente universal que es, por así decirlo, el móvil principal de todo. Aunque en la naturaleza no hay líneas netas y tajantes, sin embargo, estos varios grados pueden ser delineados en grandes divisiones principales, cuyo alcance en sucesión, uno después del otro, es representado por los grados de iniciación. Cuando se ha terminado con un plano de experiencia, podemos decir que se necesita un impulso fresco para que nos permita ir más allá Y esto es lo que se proporciona en el momento de la iniciación.

Theosophist, Junio 1886

 

 

TORKOM SARAYDARIAN

NOTAS LIBRO «INICIACIÓN»:

Cap. 1 - El Misterio:

Cada nivel de iniciación significa que tenemos la velocidad vibratoria, los vehículos y la conciencia para funcionar en un nivel expandido.

 

Cap. 3 - El Proceso de Iniciación:

Si usted da un gran paso adelante y se destaca del plano físico y realmente se enfoca en otros valores, por ejemplo, el amor y la devoción, el respeto, y la gratitud, usted está dando un gran paso adelante alzándose a usted mismo de su sótano y entrando en otra planta de su casa. Esa es una iniciación. Mientras tanto, usted está expandiendo su conciencia de tal manera que está involucrando a otro mundo de valores.

La iniciación es una expansión de conciencia y un cambio de foco de un nivel a otro.

¿Cómo ir del sótano a la primera planta? Esa es la primera iniciación, que quiere decir desapego y autoridad sobre su comida y los hábitos del comer, sobre sus hábitos sexuales, sobre sus hábitos de bebida, sobre su avaricia, sobre su identificación con valores físicos.

 

Cap. 6 - Iniciación y Miedo:

Las ceremonias de iniciación antiguas tenían que ver con algo temeroso. Si el iniciado tenía miedo, fracasaba. Se nos dice que cada plano estaba rodeado de fuerzas que impedían la entrada en ese plano. Estas fuerzas son en su mayoría fuerzas del miedo y el iniciado debe pasar a través de ellas para entrar en ese plano. En cualquier iniciación importante se enfrentan a tales fuerzas del miedo… Cada victoria sobre el miedo es una iniciación.

Las tres primeras iniciaciones todavía están en el dominio de la experiencia de la muerte, aunque en la Tercera Iniciación el Iniciado sabe, más allá de la duda, que la inmortalidad es posible.

Durante la Cuarta Iniciación el alma humana experimenta la inmortalidad, pero todavía tiene la posibilidad de volver a un cuerpo carnal.

En la Quinta Iniciación todo lo que pertenece a la muerte está muerto, y el Iniciado tiene una experiencia de inmortalidad en el sentido Planetario.

En la Sexta Iniciación tiene una experiencia de inmortalidad en el sentido del Sistema Solar.

En la Séptima Iniciación tiene una experiencia de inmortalidad en el sentido Galáctico.

En la Iniciación Octava su inmortalidad es una experiencia de supervivencia en el Plano Astral Cósmico.

En la Novena Iniciación su experiencia de inmortalidad está relacionada con el Plano Mental Cósmico.

La iniciación real es un proceso de gran esfuerzo, a través del cual gradualmente construyen sus vehículos de comunicación y a través de ellos logran una mayor relación con los centros de luz, amor y poder dentro del planeta y del sistema solar. Ser iniciado significa que usted trabajó muy duro en la «escuela», y al final del año se le otorgó su diploma. Muchas personas olvidan todo el trabajo que hicieron durante todo el año y piensan que la ceremonia de recibir el diploma es la iniciación.

A lo largo de este viaje, una potencia principal se desarrolla y desarrolla, y esa es la fuerza de voluntad. En una escala de cien, si tienes diez grados de fuerza de voluntad, eres un iniciado de primer grado. Si tienes veinte grados de fuerza de voluntad, eres un iniciado de segundo grado… Si tienes 90 grados de fuerza de voluntad, eres un Iniciado del Noveno Grado. La fuerza de voluntad es el rayo de la Esencia pura, o el Ser, que se extiende desde el Sol hasta la Chispa. Cuanto más lo haga, más usted es usted mismo. Esto significa que en la medida en que eres tú mismo, eres un iniciado.

Hay cuatro definiciones para la iniciación:

1. La iniciación es una identificación creciente con la energía de la voluntad y cada vez más uno mismo. A medida que el hombre se esfuerza por un mayor camino de iniciación, él desarrolla su fuerza de voluntad. Convertirse en uno mismo significa llegar a ser más energía, tener una dirección más clara, persistencia y mayor armonía con la Voluntad de Dios. A medida que el iniciado procede de una iniciación a otra, su energía de voluntad aumenta, y se convierte en un colaborador más cercano con la Jerarquía, con Shamballa, y más allá.

 2. La iniciación es un proceso de construcción de puentes. «Bridge building» tiene muchos significados. Se refiere a las relaciones humanas correctas. Es tu red de comunicación con la gente, con otros seres vivientes, y con el mundo material. Es la relación entre sus vehículos de expresión y el proceso de su integración, alineación y fusión. Usted se convierte en un iniciado más avanzado cuando su personalidad y sus vehículos superiores están mejor integrados y están fusionados con el Alma, o con el Ser Interior. Tiene una experiencia de inmortalidad en el sentido sistémico.

3. La iniciación es entrar en una mayor libertad. Esto se aplica a todas las iniciaciones. La iniciación da mayor libertad al maya, el glamour y la ilusión. Te da el poder de dominar al morador en el umbral y disipar cualquier formación de mala voluntad, pensamientos destructivos o emociones negativas. Anula el hábito de someterse a las reacciones automáticas de sus vehículos. Eventualmente obtiene libertad de su yo separado.

4. La iniciación es un proceso de unificación y síntesis. La iniciación es entrar en los zapatos de los demás, o en su piel, y ver las cosas desde su punto de vista. Esto no significa que usted esté de acuerdo con ellos, pero los ve como son. La unificación te hace sentir los dolores de los demás, ver sus dificultades y ver las causas de su sufrimiento. El Iniciado soporta los sufrimientos de los demás y sufre por ellos. Su sufrimiento por los demás es un método para sacarlos de su propio sufrimiento.

Cada iniciación es una entrada en una tarea apropiada en el campo del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo o en el campo de la Jerarquía. No significa necesariamente que alguien está siendo nombrado para un cargo, pero, debido a un nivel de conciencia o conciencia, una persona llena una vacante; llena una necesidad en el campo de servicio del Plan de la Jerarquía.

En cada iniciación, el Iniciado se vuelve más atrevido y más valiente y amplía su campo de servicio. Todas estas cosas se llevan a cabo bajo la influencia del Rayo dominante en la naturaleza del Iniciado.

También debe considerarse que una persona no puede tomar una iniciación en cada momento. Hay ciclos y oportunidades astrológicas en las que la iniciación del tiempo es posible. Algunos Iniciados esperan más de cincuenta años para pasar por una ceremonia de iniciación. Para algunos Iniciados, la Luna Llena de Tauro representa una oportunidad. También, en el momento de la liberación de la energía de Shamballa, una gran oportunidad se abre para seguir adelante en el camino de la iniciación. Esta energía fue lanzada en 1975, y será lanzada otra vez en 2001 y 2025.

 

Iniciación - Los archivos inéditos:

La iniciación es el resultado de la disciplina.

Disciplina significa ajustar nuestros vehículos al ritmo del centro más interno de nuestro ser. Supongamos que todos ustedes son músicos y tienen sus instrumentos listos, pero la pieza de música que van a tocar no está lista todavía o todos ustedes no la estudiaron aún antes del ensayo. Suponga que el Director viene y quiere que todos ensayen. Él mueve sus manos, pero no hay respuesta musical de usted –sólo notas no coordinadas, el caos y el ruido. ¿Qué dirá el director a los músicos? Lo más probable es que instruya a cada músico a dominar su parte en la sinfonía para que cada miembro pueda ser coordinado con la orquesta. Incluso si un músico puede desempeñar su papel perfectamente por sí mismo, todavía debe ensayar con la orquesta para ajustarse al todo.

Sé esto por experiencia personal.

Conocía muy bien una pieza de música, pero cuando traté de tocarla con muchos otros músicos, vi cómo necesitaba afinar mi música para encajar en la orquesta.

El siguiente paso, que es muy importante, es el desarrollo de la sensibilidad de la orquesta a los movimientos del conductor. La orquesta puede realmente expresar una alta calidad de interpretación cuando el conductor es capaz de mantenerla en el ritmo de su traducción de la música.

Este es el secreto de la belleza y el fuego que es producido por una orquesta bien coordinada.

Primero, usted debe aprender su pedazo de música tan bien como sea posible. En segundo lugar, cada músico debe ajustarse a los demás en la orquesta. En tercer lugar, todos los músicos deben ser extremadamente sensibles a la conducción del Director. Es la sensibilidad de la orquesta al Director lo que hace toda la diferencia en la música.

La traducción de la música depende de esta sensibilidad.

Cuando la orquesta está realmente ensayando según la traducción del Director, la música es ahora una expresión de belleza. Supongamos que usted es un músico que, a causa de su estupidez, dice: «¿Por qué el Director está ahí imponiéndome su ritmo? Quiero ser independiente, libre de tocar como yo quiero». Si este es el caso, no habrá audiencia en la sala de música.

El Director es el simbolo del Ser Intimo que está tratando de alinear, integrar y purificar sus vehículos de personalidad –sus cuerpos físico, emocional y mental– y ponerlos en armonía con el ritmo más íntimo de Sí Mismo para que pueda traducir la sinfonía Divina a través de sus pensamientos, emociones y acciones y manifieste el plan y el propósito de la Fuente de su vida. Esto es lo que es la iniciación, en su significado esotérico.

El misterio de la iniciación no es otra cosa que el ajuste gradual de sus vehículos al centro más interno de su ser. Cuando realmente estás ajustado y armonizado con tu centro más interno, tienes otros grandes pasos que debes tomar: Debes ajustarte a la Jerarquía, luego poco a poco al mayor Centro de Shamballa. Estos ajustes continúan cada vez más profundos, hasta que llegue el día en que se ajusten no solo a los ritmos planetarios y solares, sino al ritmo del Cosmos.

A medida que cambia su vida, se convierte en iniciado. Nadie más te inicia; te inicias a ti mismo. Cuando te conviertes en iniciado, el Gran Iniciador viene y pone Sus manos sobre ti y dice: «¡Lo hiciste!». Se nos dice que en la primera y segunda iniciaciones, el Cristo oficia en su ceremonia de iniciación. Él no le da ninguna credencial o diploma, pero afirma su propio logro. El maestro Tibetano dice: «Antes de ser iniciado, debes ser un iniciado».

La iniciación cambia la frecuencia de todo tu ser.

Podemos decir que el proceso de la iniciación es el proceso de la disciplina. El proceso de la disciplina es el ajuste gradual y la armonía de los vehículos con el centro más interno de la belleza dentro de uno mismo.

La iniciación purifica sus vehículos físicos. Ninguna corrupción o basura puede entrar en la presencia de los Señores.

El vegetarianismo no puede hacerte un iniciado, pero ayuda si lo tomas como un medio y no como un objetivo. La iniciación nos hace darnos cuenta de que nuestro cuerpo físico debe pasar por un proceso de purificación o transformación. Entonces podemos comenzar a tomar los siguientes artículos, así como Otros, en consideración: 1º Qué y cómo comer. 2º Cómo dormir. 3º Cómo vestirse. 4º Cómo limpiar el cuerpo. 5º Con quién estrechar la mano. 6º Con quién hacer el amor. 7º De quien mantenerse alejado La pureza y la impureza no pueden estar de acuerdo o fundirse entre sí.

Un gran sabio, al hablar de los siete puntos mencionados arriba, dice: «Si el Cáliz no se hornea en el fuego, no puede llevar fuego». A través de la meditación y la contemplación, vas a contactar con un gran centro de energía y poder. Supongamos que usted recibe esa energía y poder. Si su cuerpo no es transformado, será destruido o tantas complicaciones físicas resultarán que usted será incapaz de resolverlas y sufrirá tremendamente.

Ajustar nuestros vehículos a la pureza del fuego interior es el camino de la disciplina.

Cada iniciación es una ruptura de las barreras que existen en el camino de nuestra total libertad.

Hay otras cosas que también deben ser conquistadas en el camino de su iniciación. Debes aniquilar tu ego, vanidad y separatividad. Se trata de barreras construidas individualmente y también de barreras construidas a nivel mundial.

La iniciación es el proceso del olvido de sí mismo.

 

Comentarios al libro por Robert Constas:

La iniciación es el camino de la expansión del servicio en este mundo y más allá de la tierra a otras escuelas planetarias, la universidad del sistema solar y en toda nuestra galaxia. Servicio y el crecimiento continúan en niveles cada vez más altos de la existencia y del ser.

La iniciación tiene un aspecto ceremonial, pero esto es similar a una ceremonia de graduación. El estudiante que se gradúa ya ha logrado lo que hay que lograr en ese nivel de conocimiento. La ceremonia sólo autoriza a los graduados para proceder más en el camino de la educación superior y para ponerse en contacto con los niveles más altos de instructores.

Es útil tener una idea de dónde estamos en el Camino. Ese conocimiento ayuda a centrarse en el siguiente paso adelante y de manera más eficiente y consciente para trabajar en el desarrollo de las cualidades que se necesitan para el siguiente nivel de logro.

 

La Sabiduría Eterna:

El Maestro Morya nos dice: «…Cada tres años le damos al discípulo la posibilidad de expresarse en torno a un evento similar. Es sólo alrededor de estas fechas que pueden percibirse las fluctuaciones en el ser y en la cooperación, la paciencia.»

 

Para establecer los hechos y el grado de transformación del discípulo, los Maestros lo someten a varias pruebas en los planos astrales y en los mentales bajos, y periódicamente lo observan para ver cuánto progreso ha logrado y cuánta fluctuación hay entre sus dos polaridades. Dichas pruebas se llevan a cabo en el plano astral mediante sueños, añoranzas y deseos, para ver si el discípulo es honesto en el mismo grado que lo es en la consciencia física, o si es tan desapegado como lo es físicamente, o tan devoto como aparenta ser en la consciencia física.

 

 

EL TIBETANO

 

NOTAS LIBRO «SIRVIENDO A LA HUMANIDAD»:

REGLAS PARA ASPIRANTES A LA INICIACIÓN

Regla Uno.

Cuando el amor a todos los seres, sin tener en cuenta quienes son, comienza a ser una realidad en el corazón del discípulo y, al mismo tiempo, el amor a sí mismo no existe, indica que se está acercando al Portal de la Iniciación y puede prestar los juramentos preliminares necesarios, antes de que su Maestro entregue su nombre como solicitante a la iniciación.

Regla Dos.

El discípulo debe adoptar la actitud mental de no importarle recibir o no la iniciación. No debe tener ningún móvil egoísta.

Sólo recibirán respuesta a sus demandas los discípulos que ansían la iniciación porque confiere un mayor poder, para ayudar y bendecir.

 

PREPARACIÓN PARA LA INICIACIÓN

A medida que se desarrolla el intelecto, los requisitos para la iniciación son más drásticos y exigentes y el iniciado, por lo tanto, adquiere un orden más elevado. El Maestro actual es infinitamente más inteligente, posee más amor y es «ocultamente más razonable» que lo que fue el Maestro en la era Atlante.

Después de un período de tiempo breve o largo, el discípulo se encuentra ante el Portal de la Iniciación.

Este sacrificio debe ser siempre voluntario.

Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a fin de entrar en una luz siempre más clara.

 

INICIACIÓN GRUPAL

Cuando el iniciado pasa de una iniciación a otra, avanza en el sendero o penetra en el corazón de los Misterios, conjuntamente con quienes son iguales a él, hallándose en la misma etapa de evolución y trabajando para alcanzar la misma meta; entonces se da cuenta que no está solo y que se realiza un esfuerzo mancomunado.

Algunos grupos están siendo preparados para la iniciación, donde ejercen control los siguientes factores –en lo que concierne al individuo:

1º Un grupo de hombres y mujeres, cuyas almas pertenecen al mismo rayo, es reunido subjetivamente por un Maestro del mismo rayo, para darles entrenamiento grupal.

2. A tales personas se les da la oportunidad de establecer contacto, en el plano físico, con algunos de los que están así vinculados subjetivamente, e imparten mútuamente un sentido de solidaridad grupal. La relación subjetiva está asegurada por un contacto objetivo. El reconocimiento es, por lo tanto, una prueba preliminar a la iniciación, y esto debe recordarse.

3º Las personas así entrenadas y relacionadas, desde el ángulo de la iniciación a recibir, se hallan en la misma etapa de evolución. Reciben la misma iniciación y están siendo sometidas a las mismas pruebas y dificultades, debidas al rayo de la personalidad, que actúa para impedir el contacto, desvirtuar el reconocimiento, retardar el progreso e interpretar mal la información. Durante el tiempo que un discípulo en entrenamiento está enfocado en su personalidad, no le será posible obtener la iniciación grupal; el reconocimiento de sus compañeros aspirantes será fugaz y rápidamente perturbado por la criticadora mente inferior, y se erigirá un muro de formas mentales, creadas por la personalidad respecto a los miembros del grupo, que impedirá el progreso conjunto a través del Portal de la Iniciación.

4º La iniciación grupal no puede ser realizada por un grupo en entrenamiento mientras los miembros, como grupo, no hayan desempeñado su «empresa espiritual» particular. Es ley del espíritu que el discípulo debe comparecer ante el Iniciador con las manos vacías; pero, en forma grupal, los miembros del grupo contribuyen conjuntamente con algo para el enriquecimiento del ashrama. Esto puede tomar la forma de un proyecto, considerado en línea con el Plan, por el cual testimonian su comprensión de ese Plan y demuestran al grupo iniciático y a los discípulos avanzados con quienes se les permitirá hacer contacto, que ya han probado su aptitud para ser aceptados y lo han demostrado en el servicio prestado. Esto debe ser una empresa, un servicio y una contribución grupales. La contribución específica del individuo no es tenida en cuenta.

La memoria oculta. El iniciado llega, por último, a ser progresivamente consciente del desarrollo de esa recordación interna o «memoria oculta», que concierne al trabajo de la Jerarquía y, principalmente, de la parte que le corresponde en el plan general

La expansión de conciencia, llamada iniciación.

Es muy posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior la primera o la segunda iniciación.

Muchos hijos de los hombres, han recibido ya la primera iniciación y pocos la segunda, no obstante, lo ignoran; sin embargo, para quienes poseen visión interna se lo evidencian sus centros y sistema nervioso.

El iniciado es un guerrero cubierto de cicatrices, el vencedor de muchas luchas.

Hallará que se acrecienta grandemente su poder para el servicio y se intensifica su energía nerviosa, de modo que mientras lo hace puede extraer de las reservas de fuerza hasta ahora insospechadas. También hallará que se acrecienta la respuesta del cerebro físico a la voz del yo superior y su receptividad a las impresiones superiores y sutiles.

 

LA PRIMERA INICIACIÓN (El Nacimiento):

En la primera iniciación, o el nacimiento del Cristo, generalmente se vivifica el centro cardíaco, a fin de obtener un control más eficaz del vehículo astral y prestar un mayor sentido a la humanidad

Después de esta iniciación se le enseña principalmente al iniciado lo concerniente al plano astral; debe estabilizar su vehículo emocional y aprender a actuar en el plano astral con la misma soltura y facilidad con que lo hace en el plano físico; debe entrar en contacto con los devas astrales; aprender a controlar a los elementales del astral; actuar con facilidad en los subplanos inferiores, y acrecentar el valor y la calidad de su trabajo en el plano físico. En esta iniciación pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría. Entonces se le da especial importancia al desarrollo astral, aunque su equipo mental se desarrolla constantemente. Muchas vidas transcurren entre la primera y segunda iniciaciones. Puede pasar un largo período de encarnaciones antes de perfeccionar el control del cuerpo astral y el iniciado estar preparado para el próximo paso.

La humanidad, el discípulo mundial, está ahora preparada para ello. Indicaciones de la exactitud de este enunciado pueden verse en la reorientación de la gente, en todas partes, hacia las cosas espirituales, en su interés por el bienestar humano y el bien, así como también su perseverancia en la búsqueda de la luz y en sus anhelos y deseos de paz verdadera, basados en las rectas relaciones humanas, complementadas por la buena voluntad.

Tercera iniciación (la primera, hablando jerárquicamente).

Las primeras dos iniciaciones no son consideradas mayores...

Deberían suponer que todos los que aman realmente a sus semejantes, se interesan en la enseñanza esotérica y tratan de disciplinarse para alcanzar una mayor belleza de la vida, son iniciados y han pasado por la primera iniciación.

 

LA SEGUNDA INICIACIÓN (El Bautismo):

Una vez pasada la segunda iniciación, el progreso es rápido; la tercera y cuarta iniciaciones seguirán probablemente en la misma vida o en la siguiente.

La segunda iniciación constituye la crisis del control del cuerpo astral. Así como en la primera iniciación se manifiesta el control del cuerpo físico denso, en la segunda se manifiesta análogamente el control del astral.

El elemental astral es controlado, el cuerpo emocional se torna puro y límpido y va desapareciendo rápidamente la naturaleza inferior.

 

Si en esta iniciación se sigue el curso común (lo que no es el de todo seguro) se vivifica el centro laríngeo. Esto desarrolla la capacidad de aprovechar las adquisiciones de la mente inferior en servicio del Maestro y ayuda al hombre; otorga la habilidad de dar y expresar aquello que constituirá una ayuda, posiblemente a través de la palabra hablada, pero indefectiblemente al prestar algún tipo de servicio. Acuerda una visión de las necesidades del mundo, y muestra otra parte del plan. Por lo tanto, el trabajo que se debe realizar antes de recibir la tercera iniciación es sumergir totalmente el punto de vista personal en las necesidades del todo, lo que implica el total dominio de la mente concreta por el ego.

La segunda iniciación está íntimamente relacionada con la Jerarquía como centro planetario, y con la actividad de segundo rayo

Comienza a comprender lentamente que para recibir la segunda iniciación debe demostrar control emocional; la segunda iniciación involucra siempre como antecedente, una vida útil y consagrada, y una manifiesta determinación de entrar en el campo del servicio mundial. También debe haber humildad y expresar el conocimiento de la divinidad que existe en todos los hombres.

 

LA TERCERA INICIACIÓN (La Transfiguración):

El iniciado aprende a controlar su vehículo mental, desarrolla la capacidad de manejar materia mental y aprende las leyes para construir pensamientos creadores. Actúa libremente en los cuatro subplanos inferiores del plano mental; antes de la tercera iniciación debe, consciente o inconscientemente, dominar totalmente los cuatro subplanos inferiores, en los tres planos de los tres mundos. Profundiza el conocimiento del microcosmos y en gran medida domina teórica y prácticamente las leyes de su propia naturaleza, de allí su habilidad experimental para ser el amo de los cuatro subplanos inferiores de los planos físico, astral y mental.

En la tercera iniciación, denominada a veces la Transfiguración, la entera personalidad queda anegada por la luz descendente. Después de esta iniciación la mónada guía definitivamente al ego, derramando acrecentadamente su divina vida en el canal ya preparado y purificado.

Siendo estimuladas sus facultades síquicas mediante la vivificación de los centros de la cabeza.

Hasta no haber pasado esta iniciación no es necesario ni aconsejable desarrollar las facultades sintéticas o la clariaudiencia y clarividencia. La finalidad de todo el desarrollo consiste en el despertar de la intuición espiritual; una vez lograda, cuando el cuerpo físico es puro, el cuerpo astral estable y firme y el cuerpo mental controlado, entonces el iniciado podrá manejar sin peligro y utilizar inteligentemente las facultades síquicas para ayudar a la raza.

Los aspirantes y discípulos deben recordar que, después de la tercera iniciación, los efectos que puedan sufrir al recibir la iniciación no se limitan simplemente al iniciado individual, sino que a partir de allí y en todas las iniciaciones subsiguientes, se convierte en el transmisor de la energía que, a través de él, afluirá con acrecentada potencia en cada aplicación del Cetro. Actúa principalmente como agente para transmitir, aminorar y distribuir sin peligro la correspondiente energía a la masa. Cada vez que un discípulo lleva a cabo una iniciación y permanece ante el Iniciador, se convierte simplemente en instrumento por el cual el Logos planetario puede llegar a la humanidad y llevar a los hombres nueva vida y energía. El trabajo previo realizado antes de la tercera iniciación y en ella, es puramente preparatorio para este tipo de servicio, requerido para un “transmisor de energía”.

La tercera iniciación es, en realidad, la primera de las iniciaciones mayores.

Las primeras dos iniciaciones –consideradas simplemente las iniciaciones del umbral– son experiencias que han preparado el cuerpo del iniciado para la recepción del terrible voltaje de la tercera iniciación, que pasa a través del cuerpo del iniciado bajo la dirección del Logos planetario, ante el Cual permanece el iniciado por primera vez.

 

LA CUARTA INICIACIÓN (La Crucifixión):

Antes de recibir la cuarta iniciación se intensifica el trabajo de entrenamiento, y la aceleración y acumulación de conocimiento debe ser increíblemente rápida. A menudo el iniciado tiene acceso a la biblioteca de libros esotéricos, y después de esta iniciación, no sólo puede entrar en contacto con el Maestro, al que está vinculado y con el cual ha trabajado conscientemente durante largo tiempo, sino también con los Chohanes, el Bodhisattva y el Manu, ayudándolos en cierta medida.

Además, debe captar intelectualmente las leyes de los tres planos inferiores y aplicarlas para ayudar al plan de la evolución; estudiar los planos cósmicos y dominar sus gráficos; llegar a ser un conocedor de las técnicas esotéricas, y desarrollar la visión cuatridimensional, si aún no lo ha hecho. Debe aprender a dirigir las actividades de los devas constructores, y al mismo tiempo trabajar continuamente en el desarrollo de su naturaleza espiritual; empezar a coordinar rápidamente el vehículo búdico y, al coordinarlo, desarrollar el poder de síntesis, al principio en pequeña medida y gradualmente en forma más detallada.

Al recibir la cuarta iniciación, el iniciado domina perfectamente el quinto subplano, por lo tanto, es un adepto (usando el término técnico) en los cinco subplanos inferiores de los planos físico, astral y mental, y está en camino de dominar el sexto. Su vehículo búdico puede actuar en los dos subplanos inferiores de tal plano. El hombre que recibe la cuarta iniciación, la Crucifixión, suele tener una vida de gran sacrificio y sufrimiento. Es la vida del hombre que hace la Gran Renunciación, y que aun exotéricamente es considerada difícil, intensa y penosa. Todo lo abandona, hasta su perfecta personalidad misma, sobre el altar del sacrificio, y queda despojado de todo. Renuncia a amigos, dinero, reputación, carácter, posición, familia y hasta a la vida misma.

 

 

NOTAS LIBRO REFLEXIONES SOBRE ESTO (Compilación):

La iniciación conduce al monte en que se puede obtener la visión; la visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el presente y el futuro existen como uno.

La iniciación conduce a esa corriente que, cuando se ha penetrado en ella, arrastra al hombre hasta llevarlo a los pies del Señor del Mundo, a los pies de su Padre en los Cielos, a los pies del triple Logos. Lleva a través del Aula de la Sabiduría y pone en las manos del hombre, en forma gradual, la clave de toda información cósmica y del sistema. Revela el misterio oculto subyacente en el corazón del sistema solar. Conduce de un estado de conciencia a otro. A medida que entra en cada estado, el horizonte se ensancha, la vista se extiende y la comprensión es más incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto en que el yo abarca todos los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según una antigua escritura.

Es muy posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior la primera o la segunda iniciación. Un hombre puede agotar cierto karma y llevar a cabo algún trabajo para la Logia si está libre de preocupaciones esotéricas e introspecciones místicas durante una vida terrena.

Debe equipar su cuerpo mental, para ser un expositor y transmisor y no un factor obstaculizante.

Análogamente, debe desarrollar una actividad grupal y aprender a trabajar coordinadamente con otras unidades. Esto es lo principal que el hombre debe lograr en el sendero de la iniciación

En las rondas anteriores y quizás en las posteriores, el proceso seguirá la ley natural.

La iniciación constituye un gran experimento que nuestro Logos planetario lleva a cabo durante esta ronda.

Este proceso es optativo y el hombre puede -si así lo elige- seguir el proceso normal y emplear eones para efectuar lo que algunos han preferido realizar en un período más breve, por medio de un proceso forzado y autoelegido.

La característica del iniciado es: la falta de interés en sí mismo, en su propio desarrollo y en su destino personal, y todo aspirante que llega a ser discípulo aceptado tiene que dominar los tecnicismos del desinterés.

El concepto de la iniciación grupal debe reemplazar hoy al de la iniciación individual de un aspirante. En el pasado, a fin de introducir la idea de la iniciación en la mente del pueblo, la Jerarquía eligió el método (ahora en desuso) de presentar la perspectiva de la iniciación ante el ansioso discípulo; acentúo inmediatamente desde el comienzo su peculiaridad, su naturaleza recompensadora, su ritual y ceremonial y su lugar en la escala de la evolución. Debido a que la realidad de la iniciación ha sido captada por una mayoría y realizada por algunos, es posible revelar ahora lo que estuvo siempre implicado, que la iniciación es un acontecimiento grupal. Si el claro pensar hubiera reemplazado a la egoísta aspiración individual, el hecho de la iniciación grupal habría sido evidente, por las siguientes razones, inherentes o implicadas en toda la situación:

1. El alma –en su propia naturaleza– es consciente del grupo y no tiene ambiciones o intereses individuales ni está en forma alguna interesada en las metas de la personalidad. El alma es el iniciado. La iniciación es un proceso por el cual el hombre espiritual que mora en la personalidad, llega a ser consciente de sí mismo como alma, con los poderes, relaciones y propósitos del alma. Cuando un hombre comprende esto, aún en pequeña medida, llega a ser consciente del grupo.

2. Únicamente el hombre, cuyo sentido de identificación comienza a expandirse y a ser incluyente, puede «recibir la iniciación» (como se dice erróneamente). Si la iniciación fuera una realización puramente personal, arrojaría al hombre nuevamente a la conciencia separatista, que está tratando de evadir. Ello no constituiría un progreso espiritual. Cada paso en el sendero de iniciación acrecienta el reconocimiento grupal. La iniciación es esencialmente una serie de reconocimientos incluyentes en expansión.

3. La iniciación admite al aspirante como miembro de la Jerarquía. Esto involucra, hablando esotéricamente, el abandono de todas las reacciones separatistas de la personalidad, en una serie de renunciamientos progresivos, que culminan en la cuar

Cuando el iniciado pasa de una iniciación a otra, avanza en el sendero o penetra en el corazón de los Misterios, juntamente con quienes son igual a él, hallándose en la misma etapa de evolución y trabajando para alcanzar la misma meta; entonces se da cuenta que no está solo y que se realiza un esfuerzo mancomunado. En efecto, es la nota clave de un ashrama que condiciona su formación, compuesto de discípulos e iniciados, en diferentes etapas de desarrollo iniciático, que han llegado juntos a su etapa de conciencia ashrámica y seguirán juntos hasta llegar a esa total liberación que se alcanza cuando el plano físico cósmico desciende bajo el umbral de la conciencia o de la percepción sensible, y ya no tiene ningún interés para el iniciado.

Algunos aspirantes bien intencionados interpretan la idea grupal como un mandato para esforzarse en formar grupos –su propio grupo o grupos. Esta no es la idea presentada en la era acuariana, tan cercana hoy; fue el método de acercamiento durante la era pisciana, ya pasada. Ahora el acercamiento es totalmente diferente, no se espera que alguien permanezca en el centro de su pequeño mundo y trabaje para convertirse en el punto focal de un grupo. La tarea consiste en descubrir al grupo de aspirantes al cual debe afiliarse y con el cual debe recorrer el sendero de iniciación, cosa muy diferente y mucho más difícil.

El proceso iniciático es en realidad el resultado de la actividad de tres energías:

1. La energía generada por el discípulo, cuando trata de servir a la humanidad.

2. La energía puesta a disposición del discípulo, cuando logra construir el antakarana.

3. La energía del Ashrama jerárquico en el cual está siendo «absorbido» o integrado.

«Antes de que el hombre pueda hollar el sendero, debe convertirse en el Sendero mismo».

Es un proceso de reconocimiento de la luz y la utilización de esa luz a fin de entrar en una luz siempre más clara. El progreso efectuado desde una zona débilmente iluminada, en la manifestación divina, a otra de gloria suprema, es la historia del sendero de evolución.

Cada iniciación oscurece la luz ya adquirida y empleada, y sumerge entonces al iniciado en una luz más elevada. Cada iniciación capacita al discípulo para percibir una zona de la conciencia divina hasta entonces desconocida, pero cuando el discípulo se ha familiarizado con ella y sus fenómenos, su cualidad vibratoria e interrelaciones excepcionales, se convierten para él en un campo normal de experiencia y actividad.

Mediante el proceso iniciático descubre una zona nueva y más brillantemente iluminada en la cual puede ahora penetrar.

La iniciación es, por lo tanto, una constante fusión de las luces, a las cuales se penetra progresivamente, permitiendo al iniciado ver más lejos, con mayor profundidad y más incluyentemente.

La iniciación permite entrar progresivamente en la mente del Logos creador.

Cada iniciación revela la cualidad y el tipo de estímulo que va a ser evocado, cuando es puesto en contacto con determinada energía de rayo; cada iniciación establece relación entre el iniciado y la energía de rayo involucrada, de manera que gradualmente (sin tener en cuenta cuales pudieran ser los rayos a que pertenecen su alma o su personalidad) podrá trabajar con la cualidad o el aspecto creador de todos los rayos, aunque adquiriendo siempre una mayor facilidad para trabajar en su propio rayo del alma y, posteriormente, en el rayo de la mónada, uno de los tres rayos mayores de Aspecto.

Descubrir todo lo posible sobre la misma y sus requisitos previos, esforzándose por aplicar en forma práctica la información impartida, la cual puede ser verdad o no, y si lo es, tiene vital importancia para el progreso futuro, debiendo procurar cierta medida de comprensión.

La Iniciación no es en realidad esa curiosa mezcolanza de autosatifacción, ceremonial y reconocimiento jerárquico, como lo presentan los principales grupos ocultistas. Es más bien un proceso de trabajo excesivamente arduo, durante el cual el iniciado se convierte en lo que es. Esto puede encerrar un reconocimiento jerárquico, pero no en la forma generalmente imaginada. El iniciado está acompañado por quienes lo precedieron, y no es rechazado por ellos, sino visto, considerado y estimulado a trabajar.

Quien busca la iniciación está en distinta posición, y, presentada la solicitud, debe disciplinar su vida bajo normas definidas y seguir un régimen estricto, optativo para el discípulo.

El discípulo debe adoptar la actitud mental de no importarle recibir o no la iniciación.

Sólo recibirán respuesta a sus demandas los discípulos que ansían la iniciación porque confiere un mayor poder para ayudar y bendecir.

Quienes están dispuestos a servir y se sienten abrumados por las necesidades del mundo...llaman y reciben respuesta.

 

PRIMERA INICIACIÓN (Nacimiento):

En la primera iniciación, el ego debe haber controlado en gran medida al cuerpo físico y vencido «los pecados de la carne», según la fraseología cristiana. No deben prevalecer la gula, el alcoholismo, ni el libertinaje, ni satisfacerse las exigencias del elemental físico; por lo tanto, el control debe ser total y la tentación vencida. Debe mantenerse una actitud general y una fuerte disposición de obediencia al ego. Entonces el canal entre lo superior y lo inferior se expande, y la carne obedece prácticamente en forma automática.

Después de la primera iniciación se enseña principalmente al iniciado lo concerniente al Plano astral; debe estabilizar su vehículo emocional y aprender a actuar en el plano astral con la misma soltura y facilidad con que lo hace en el plano físico; debe entrar en contacto con los devas astrales; aprender a controlar a los elementales del astral; actuar con facilidad en los subplanos inferiores ' y acrecentar el valor y la calidad de su trabajo en el plano físico. En esta iniciación pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría. Entonces se le da especial importancia al desarrollo astral, aunque su equipo mental se desarrolla constantemente. Puede pasar un largo período de encarnaciones antes de perfeccionar el control del cuerpo astral y el iniciado estar preparado para el próximo paso.

Se ha erigido una estructura del recto vivir, recto pensar y correcta conducta; ha sido construida la forma que va a ocupar el Cristo y ahora debe ser vivificada y habitada. La vida crística penetra y la forma vive.

La primera iniciación representa simplemente el comienzo.

Puede trascurrir mucho tiempo entre la primera iniciación y la segunda, efectuándose innumerables cambios durante las numerosas etapas del discipulado.

El centro laríngeo está relacionado con la primera iniciación y desarrolla gran actividad cuando ha logrado esa etapa de experiencia, así como la han alcanzado la vasta mayoría de los hombres, actualmente aspirantes y discípulos probacionistas del mundo. (No olviden que, técnicamente hablando, la primera iniciación mayor desde el ángulo jerárquico es la tercera. Los Maestros consideran la primera iniciación como que significa su admisión en el Sendero).

La primera iniciación, el nacimiento del Cristo en la caverna del corazón.

Se presume que todos los aspirantes y discípulos sensatos trabajan, sin desviarse, para el adelanto espiritual (con móvil puro) y están indesviablemente orientados hacia el alma, han recibido la primera iniciación.

El efecto principal, en lo que concierne a la humanidad, es posibilitar la presentación de millares de aspirantes y solicitantes para la primera iniciación; los hombres en vasta escala y en formación masiva pueden pasar actualmente por la experiencia de la Iniciación del Nacimiento. Millares de seres humanos pueden experimentar el nacimiento del Cristo dentro de sí mismos y comprender que la vida, la naturaleza y la conciencia crísticas les pertenecen.

Cada iniciación indica una etapa en el crecimiento, y desarrollo de este nuevo factor en la conciencia y la expresión humanas, y ello continúa hasta la tercera iniciación, en que el «hombre maduro surge en Cristo».

Hay miles de estos iniciados en la actualidad, y cuando llegue el año 2025 habrá millones. Toda esta reorientación y desenvolvimiento será el resultado de la actividad del séptimo rayo y el impacto de su radiación sobre la humanidad.

 

SEGUNDA INICIACIÓN (Bautismo):

Una vez pasada la segunda iniciación, el progreso es rápido; la tercera y cuarta iniciación seguirán probablemente en la misma vida o en la siguiente.

La segunda iniciación constituye la crisis del control del cuerpo astral. Así como en la primera iniciación se manifiesta el control del cuerpo físico denso, en la segunda se manifiesta análogamente el control del astral. El sacrificio y la muerte del deseo ha sido la finalidad del esfuerzo.

El elemental astral es controlado, el cuerpo emocional se torna puro y límpido y va desapareciendo rápidamente la naturaleza inferior. Entonces el ego se aferra nuevamente a los dos vehículos inferiores y los somete a su voluntad. La aspiración y anhelo de servir, amar y progresar, llegan a ser tan intensos, que por lo general se observa un desarrollo muy rápido.

Mucho se realiza al unísono y simultáneamente, porque el esfuerzo en ejercer control es lento y penoso, pero en el intervalo ente las tres primeras iniciaciones debe lograrse y mantenerse una etapa definida en la evolución de cada uno de los tres vehículos inferiores, antes de ser posible una mayor expansión, sin peligro, del canal. Muchos actúan en los tres cuerpos, a medida que huellan el sendero de probación.

La segunda iniciación marca la crisis del control del cuerpo astral.

La frase que dice: el objetivo del iniciado es «absolverse a sí mismo» es quizás la más atrayente e iluminadora de todas las definiciones posibles, de la tarea a emprender.

Debemos recordar aquí que las masas pueden recibir y recibirán la primera iniciación, pero que un grupo muy grande de aspirantes (mucho más de lo que se cree) pasará por la experiencia de la segunda iniciación, la del Bautismo purificador.

Cuando descubren a quienes buscan la polarización mental y evidencian deseo y aspiración para pensar y saber, juntamente con las señales características de haber recibido la primera iniciación, pueden considerar con toda probabilidad, sin lugar a dudas, que tales personas han recibido la segunda iniciación o están a punto de hacerlo.

La segunda iniciación –tal como se lleva a cabo ahora– es hasta cierto punto una de las más difíciles. Involucra la purificación, pero la purificación por el fuego, simbólicamente comprendido. La oculta «aplicación del fuego al agua» produce resultados muy serios y devastadores.

El discípulo aprende a utilizar el fracaso y a reconocer ciertas diferencias fundamentales entre lo natural y objetivo y lo sobrenatural y subjetivo.

Las tres notas clave para la segunda iniciación son: Dedicación. Espejismo. Devoción. La dedicación da por resultado el espejismo, que es disipado por la devoción.

El período más largo entre iniciaciones es de la primera a la segunda. Esta verdad debe ser enfrentada, debiendo además recordarse que de ninguna manera es el período más arduo. El período más difícil para el aspirante sensitivo y sensible, se encuentra entre la segunda y la tercera iniciación.

Reflexiónese sobre estas cosas. La libertad es la nota clave del individuo que enfrenta la segunda iniciación y su corolario –preparación para la tercera iniciación. Libertad es actualmente la nota clave del discípulo mundial, y la humanidad exige hoy libertad de vivir, libertad de pensar y libertad de saber y planificar.

La segunda iniciación es muy difícil de pasar. Para quienes pertenecen al primero o segundo rayo de aspecto, es probablemente la más difícil de todas.

 

TERCERA INICIACIÓN (Transfiguración):

El iniciado aprende a controlar su vehículo mental, desarrolla la capacidad de manejar materia mental y aprende las leyes para construir pensamientos creadores. Actúa libremente en los cuatro subplanos inferiores del plano mental; antes de la tercera iniciación debe, consciente o inconscientemente, dominar totalmente los cuatro subplano inferiores, en los tres planos de los tres mundos.

En la tercera iniciación, denominada a veces la Trasfiguración, la entera personalidad queda anegada por la luz descendente. Después de esta iniciación la mónada guía definitivamente al ego, derramando acrecentadamente su divina vida en el canal ya preparado y purificado.

Nuevamente se le otorga al iniciado una visión del porvenir, y está siempre en condición de reconocer a los otros miembros de la Gran Logia Blanca. La finalidad de todo el desarrollo consiste en el despertar de la intuición espiritual; una vez lograda, cuando el cuerpo físico es puro, el cuerpo astral estable y firme y el cuerpo mental controlado, entonces el iniciado podrá manejar sin peligro y utilizar inteligentemente las facultades síquicas para ayudar a la raza

De ahí que el sendero del devoto sea más fácil en ciertos aspectos que el del intelectual, pues ha aprendido a medir el deseo purificado y a progresar mediante las etapas requeridas.

La tercera iniciación es la primera, desde el ángulo de la Jerarquía, y en ella el hombre espiritual demuestra controlar completamente la personalidad. El cuerpo físico ha sido controlado por las distintas disciplinas físicas; la naturaleza emocional ha sido reorganizada y ha llegado a ser receptiva a la impresión espiritual, proveniente del plano de la razón pura (el plano búdico), mediante el proceso de trasformación de la mente o quinto principio. A este respecto, la mente ha actuado como organizadora de la reacción astral y como disipadora del espejismo. El discípulo enfoca su conciencia cotidiana en el plano mental, predominando la relación triangular de los tres aspectos de la mente en este plano.

Quisiera referirme a un punto respecto a las primeras tres iniciaciones principales, y es que tales iniciaciones se reciben cuando se tiene cuerpo físico y en el plano físico, demostrando así conciencia iniciática, tanto por medio de la mente como del cerebro

 

CUARTA INICIACIÓN (Crucifixión):

Antes de recibir la cuarta iniciación se intensifica el trabajo de entrenamiento, y la aceleración y acumulación de conocimiento debe ser increíblemente rápida. A menudo el iniciado tiene acceso a la biblioteca de libros esotéricos, y después de esta iniciación no sólo puede entrar en contacto con el Maestro, al que está vinculado y con el cual ha trabajado conscientemente durante largo tiempo, sino también con los Chohanes, el Bodhisattva y el Manu, ayudándolos en cierta medida.

Además, debe captar intelectualmente las leyes de los tres planos inferiores y aplicarlas para ayudar al plan de la evolución; estudiar los planos cósmicos y dominar sus gráficos; llegar a ser un conocedor de las técnicas esotéricas, y desarrollar la visión cuatridimensional, si aún no lo ha hecho. Debe aprender a dirigir las actividades de los devas constructores, y al mismo tiempo trabajar continuamente en el desarrollo de su naturaleza espiritual. El hombre que recibe la cuarta iniciación, la Crucifixión, suele tener una vida de gran sacrificio y sufrimiento. Es la vida del hombre que hace la Gran Renunciación, y que aún exotéricamente es considerada difícil, intensa y penosa. Todo lo abandona, hasta su perfecta personalidad misma, sobre el altar del sacrificio, y queda despojado de todo. Renuncia a amigos, dinero, reputación, carácter, posición, familia y hasta a la vida misma.

Después de la cuarta iniciación... al iniciado se le permite tener una más íntima fraternidad en la Logia, y su contacto con los devas es más completo. Va agotando rápidamente los recursos del Aula de Sabiduría, y dominando los más intrincados planes y gráficos. Se hace muy versado en la significación del color y del sonido; puede manejar la ley en los tres mundos y hacer contacto con su mónada, con más libertad que la mayoría de la raza humana con sus egos. Tiene también a su cargo gran trabajo; enseña a muchos discípulos; ayuda en muchos planes y reúne bajo su dirección a quienes deben ayudarlo en el futuro. Esto se refiere únicamente a los que se quedan para ayudar a la humanidad en este globo.)

Cuando un hombre recibe la cuarta iniciación, funciona en el vehículo del cuarto plano, el búdico, y ha escapado permanentemente al círculo no-se-pasa de la personalidad. Este gran acto de renunciación, la cuarta iniciación, señala el momento en que el discípulo no posee nada relacionado con los tres mundos de la evolución humana. Su contacto con esos mundos en el futuro será puramente voluntario y para propósitos de servicio.

Hasta entonces ha trabajado principalmente con el hilo de la conciencia establecido en la cabeza y, por medio de esa conciencia, se han unido su personalidad y su alma, hasta convertirse en una personalidad fusionada con el alma; así ha alcanzado la unidad con su yo superior. Mediante la construcción del antakarana se agrega otro hilo a la personalidad fusionada con el alma, vinculando al verdadero individuo espiritual con la Tríada espiritual, quedando bajo su dirección. En la cuarta iniciación, el cuerpo del alma, el cuerpo causal (así llamado) desaparece, y el hilo de la conciencia ocultamente se rompe; ni el cuerpo del alma ni el hilo son ya necesarios; ahora son únicamente el símbolo de una dualidad inexistente. El alma ya no es la depositaria del aspecto conciencia como hasta entonces. Todo lo que el alma ha acumulado sobre conocimiento, ciencia, sabiduría y experiencia (cosechados en el ciclo de vida de muchos eones de encarnación), pertenecen únicamente al hombre espiritual individual. Los trasfiere a la analogía superior del mecanismo perceptivo-sensorio, la naturaleza instintiva, en los tres planos de los tres mundos. No obstante, sigue siendo consciente de todos los acontecimientos pasados, y sabe ahora por qué es lo que es; descarta gran parte de los conocimientos acerca del pasado, los cuales han servido su propósito, dejándole el residuo de la sabiduría experimentada. Su vida adquiere un nuevo colorido sin ninguna relación con los tres mundos de su experiencia anterior. El es la suma total del pasado; enfrenta nuevas aventuras espirituales; tiene que hollar ahora el sendero que lo aleja de la evolución humana normal y lo lleva al Camino de Evolución Superior. Entonces está bien equipado para enfrentarse con esta nueva experiencia.

 

NOTAS LIBRO INICIACIÓN HUMANA Y SOLAR:

Los pensadores occidentales de la actualidad, sostienen una gran diversidad de puntos de vista sobre este trascendental tema. Algunos creen que no es de suficiente importancia inmediata como para merecer su debida atención, y que, si el hombre común sigue el sendero del deber y le presta atención a todos sus problemas, con mente elevada, llegará a destino. Sin duda alguna esto es verdad; no obstante, a medida que la capacidad de servir acrecentadamente y el desarrollo de los poderes que deben emplearse para ayudar a la raza, constituyan la recompensa del hombre dispuesto a realizar el mayor esfuerzo y a pagar el precio que demanda la iniciación, quizás este libro sirva a alguien de acicate para la realización, que de otro modo hubiera ido hacia su meta lentamente y a la deriva. Así llega a ser dador y no el que recibe ayuda.

La iniciación es muy difícil de lograr; exige la estricta disciplina de la entera naturaleza inferior y una vida de renunciación y de abnegada devoción.

No obstante, mediante el estudio científico de la Ley de Analogía se obtendrá un acrecentamiento gradual del conocimiento y en la lenta acumulación de los hechos se construirá una forma que, en continua expansión, encerrará gran parte de la verdad.

El desarrollo del ser humano consiste en el paso de un estado de conciencia a otro. Es una sucesión de expansiones.

Es el progreso de la conciencia centralizada en la personalidad, yo inferior o cuerpo, hacia la conciencia centralizada en el yo superior, ego o alma y, de allí, pasa a centralizarse en la mónada o espíritu, hasta que oportunamente la conciencia llega a ser divina.

No pasarán muchos siglos sin que se restauren los antiguos misterios y la iglesia posea un grupo interno;

La palabra iniciación, deriva de dos palabras latinas: «In» en, «Ire» ir; por lo tanto, es la iniciación de un comienzo o la entrada en algo. En el caso que estamos estudiando significa, en su más amplio sentido, la entrada en la vida espiritual o en una nueva etapa de esa vida.

Después de haber palpado su camino a través del Aula de la Ignorancia, durante muchas épocas, e ingresado en la escuela en el Aula del Aprendizaje, ingresa en la Universidad o Aula de la Sabiduría.

En los distintos períodos se acentúa la importancia de los variados grados de expansión y la Jerarquía se esfuerza en llevar a la raza a la etapa en que sus entes tengan alguna idea del próximo paso a dar.

Lugar y efecto de la Iniciación. La ceremonia de la iniciación tiene lugar en los tres subplanos superiores del plano mental y en los tres planos superiores, de acuerdo a la iniciación. Durante las iniciaciones en el plano mental brilla sobre la cabeza del iniciado la estrella de cinco puntas. Esto corresponde a las primeras iniciaciones que se reciben en el vehículo causal. Se ha dicho que las dos primeras iniciaciones se efectúan en el plano astral, pero esta afirmación es inexacta y ha dado origen a una mala interpretación. Ambas se hacen sentir profundamente en los cuerpos físico, astral y mental inferior, afectando su control. Debido a que el efecto principal se siente en estos cuerpos, el iniciado puede interpretar que han tenido lugar en los planos implicados, pues el vívido efecto y el estímulo de las dos primeras iniciaciones se producen principalmente en el cuerpo astral. Pero debe tenerse en cuenta que las iniciaciones mayores tienen lugar en el cuerpo causal o -fuera de éste- en el plano búdico o en el átmico. En las dos iniciaciones finales que liberan al hombre de los tres mundos, se le permite actuar en el cuerpo vital del Logos y manejar esa fuerza, entonces el iniciado se trasforma en la estrella de cinco puntas, la cual desciende sobre él, se fusiona en él y a él se lo ve en el centro mismo de la estrella. El descenso se realiza por acción del Iniciador que empuña el Cetro de Poder y pone al hombre en contacto, en forma consciente, con el centro en el cuerpo del Logos planetario, del cual es parte. Las dos iniciaciones llamadas sexta y séptima, tienen lugar en los planos búdico y átmico. La estrella de cinco puntas «fulgura desde adentro de sí misma», según dice una frase esotérica, y se trasforma en «la estrella de siete puntas», descendiendo sobre el hombre, y éste penetra en la llama.

Además, las cuatro iniciaciones anteriores a la de adepto, señalan, respectivamente, la adquisición de determinadas proporciones de materia atómica en los cuerpos, por ejemplo, en la primera iniciación, una cuarta parte de materia atómica; en la segunda, una mitad; en la tercera, tres cuartas partes, y así hasta completar. Puesto que el principio búdico es el unificador (o el fusionador de todo), en la quinta iniciación el adepto se desprende de los vehículos inferiores y se afirma en el búdico, desde donde crea su cuerpo de manifestación.

Cada iniciación otorga mayor control sobre los rayos, si esto puede expresarse así, aunque no da la idea exacta. Las palabras a menudo confunden. En la quinta iniciación, cuando el adepto es un Maestro en los tres mundos, controla más o menos (de acuerdo a su línea de desarrollo) los cinco rayos que se manifiestan especialmente en el momento en que recibe la iniciación. En la sexta, si pasa al grado superior, adquiere poder en otro rayo y, en la séptima, ejerce poder en todos los rayos. La sexta iniciación señala el punto de realización del Cristo y pone al rayo sintético del sistema bajo Su control. Debemos tener presente que la iniciación da al iniciado poder en los rayos y no poder sobre los rayos, una diferencia bien marcada. Cada iniciado lógicamente posee uno de los tres rayos mayores como rayo primario o espiritual, y en el rayo de su mónada es donde finalmente adquiere poder. El rayo de amor o rayo sintético del sistema, es el último que se adquiere.

Se ha de tener en cuenta una gran realidad, que las iniciaciones del planeta o las del sistema solar, sólo son preparatorias para ser admitido en la Gran Logia de Sirio.

Las primeras cuatro iniciaciones del sistema solar corresponden a las cuatro «Iniciaciones en el Umbral», previamente a la primera iniciación cósmica. La quinta iniciación corresponde a la primera iniciación cósmica, la de «aprendiz aceptado» en la masonería, que hace de un Maestro, un " «aprendiz aceptado» en la Logia de Sirio. La sexta iniciación es análoga al grado segundo de la masonería, mientras que la séptima hace del adepto un Maestro Masón de la Hermandad de Sirio. Maestro, por lo tanto, es quien ha recibido la séptima iniciación planetaria, la quinta iniciación solar y la primera iniciación cósmica o de Sirio.

La evolución del espíritu humano es una unificación progresiva.

El hombre se convierte en un ser humano consciente por mediación del perpetuo sacrificio de los Señores de la Llama.

El hombre llega a ser un ego consciente, poseyendo la conciencia del yo superior, en la tercera iniciación, por mediación de los Maestros y del Cristo y por Su sacrificio, al encarnar físicamente para ayudar al mundo. En la quinta iniciación el hombre se une con la mónada por mediación del Señor del Mundo, el Observador Solitario, el Gran Sacrificio. El hombre se unifica con el Logos, por medio de Aquel de Quien nada puede decirse.

Tal es el trabajo de la Jerarquía de la Luz, demostrar a los hombres el verdadero significado de la hermandad y fomentar en ellos la respuesta a ese ideal, latente en todos y cada uno.

Se ha dicho que en la cabeza de todo hombre hay siete centros de fuerza vinculados con los otros centros del cuerpo, a través de los cuales la fuerza del ego se difunde y circula, desarrollando así el plan.

Abrir otra puerta a esos miembros de la familia humana que se hallaban dispuestos a someterse a la disciplina necesaria y hacer el gran esfuerzo requerido, y permitirles entrar en el quinto reino o espiritual. De este modo, las filas de la Jerarquía podían llenarse con miembros de la humanidad terrestre, capacitados para ello. Esta puerta se denomina el Portal de la Iniciación, y aún permanece abierta con las mismas cláusulas que fijara el Señor del Mundo en los días atlantes.

Preparación para la Iniciación.

El sendero de probación precede al sendero de iniciación o santidad, y señala esa etapa de la vida del hombre cuando se pone definidamente del lado de las fuerzas de la evolución, trabajando al mismo tiempo en la construcción de su propio carácter.

Mientras el hombre recorre el sendero de probación, se le enseña principalmente a conocerse a sí mismo, a cerciorarse de sus debilidades y a corregirlas. Al principio aprende a trabajar como auxiliar invisible, manteniéndose generalmente durante varias vidas en este tipo de trabajo. Más tarde, y a medida que progresa, se le da un trabajo más selecto, se le enseña los rudimentos de la Sabiduría Divina y entra en los últimos grados del Aula del Aprendizaje. Es conocido por un Maestro y está bajo el cuidado, para su enseñanza definitiva, de uno de los discípulos de ese Maestro, o de un iniciado si posee grandes aptitudes.

Los iniciados de primero y segundo grado instruyen a los discípulos aceptados y a quienes están en probación, realizándolo en todo el mundo entre las diez de la noche y las cinco de la mañana, lográndose así la completa continuidad de la enseñanza. Se reúnen en el Aula del Aprendizaje, y el método es parecido al de las grandes Universidades, clases a ciertas horas, trabajo experimental, exámenes, y un gradual ascenso y progreso a medida que se aprueban los exámenes. Cierto número de egos en el sendero de probación están en un sector análogo al de las escuelas de enseñanza secundaria y otros han ingresado en la Universidad. La graduación se obtiene cuando se recibe la iniciación y el iniciado entra en el Aula de la Sabiduría.

Un Maestro puede en todo momento obtener información sobre cualquier tema, sin la más mínima dificultad.

No resulta fácil explicar esto con claridad, pero un estudio del diagrama que aparece en el libro «Estudio sobre la Conciencia» de Annie Besant, puede ser de utilidad para aclarar algunos puntos difíciles.

Segundo, debe recordarse que cada uno de nosotros es reconocido por el brillo de su luz. Éste es un hecho oculto. Cuanto más sutil es la materia de nuestros cuerpos, más brillará la luz interna. La luz es vibración, y por la intensidad de la vibración se mide la aptitud de cada uno. De allí que nada pueda impedir el progreso del hombre, siempre que trate de purificar sus vehículos. A medida que continúa el proceso de refinamiento, la luz interna brillará con claridad cada vez mayor, hasta que -cuando predomine la materia atómica- grande será la gloria del hombre interno. En consecuencia, todos somos graduados de acuerdo a la intensidad de la luz, al grado de vibración, a la pureza del tono y a la claridad del color. Por lo tanto, de nuestra graduación depende quien será nuestro Instructor. El secreto reside en la similitud de vibración. Se dice con frecuencia, que cuando la demanda es suficientemente fuerte, el Instructor aparece. Cuando construimos con la debida vibración y nos ponemos a tono con la clave correcta, nada puede impedir que descubramos al Maestro

A los discípulos encarnados se los instruye en grupos, en el ashrama del Maestro, o en clases, durante la noche. Aparte de estas reuniones regulares, y con el objeto de recibir enseñanza directa por un motivo especial, el Maestro puede llamar a Su estudio a un discípulo para una entrevista privada, o cuando quiere ver a un discípulo para alentarlo, prevenirlo o decidir si su iniciación es conveniente. La mayor parte de la tutela de un discípulo está en manos de algún iniciado o discípulo avanzado, que vigila a su hermano menor y es responsable, ante el Maestro, de su progreso, informándolo regularmente. El karma es, en gran parte, el árbitro de esta relación.

EL DISCIPULADO

Descripción de un Discípulo.

Discípulo es aquel que, por, sobre todo, se compromete a hacer tres cosas:

• Servir a la humanidad.

• Colaborar en el plan de los Grandes Seres, tal como lo ve, y de la mejor manera posible.

• Desarrollar los poderes del ego, expandir su conciencia hasta poder actuar en el cuerpo causal, en los tres planos de los tres mundos, y seguir la guía del yo superior y no los dictados de su triple manifestación inferior. Discípulo es aquel que comienza a comprender el trabajo grupal, y a trasladar su centro de actividad, desde sí mismo (como un eje alrededor del cual todo gira) al centro del grupo.

Demostrando en su propia vida cuál es su meta, objetivo y centro de conciencia.

El discípulo tiene, en consecuencia, distintos objetivos:

• Respuesta sensible a la vibración del Maestro.

• Pureza de vida, en forma práctica, no teórica.

• Liberación de la preocupación.

• Cumplimiento del deber

También debe estudiar el cuerpo karna-manásico (cuerpo mente-deseo). Es de real significación, pues por muchas causas es el cuerpo de mayor importancia en el sistema solar, en lo que concierne al ser humano en los tres mundos. En el próximo sistema, el vehículo mental de las unidades autoconscientes ocupará un lugar análogo, como lo ocupó el físico en el anterior sistema solar.

El discípulo también debe trabajar científicamente, si así puede decirse, en la construcción del cuerpo físico esforzarse de modo de construir en cada encarnación un cuerpo que le sirva de mejor vehículo para la fuerza.

Uno de los más grandes instrumentos para el desarrollo práctico, y que está al alcance de todos, es la PALABRA. Quien cuida sus palabras y sólo habla con fines altruistas, con el objeto de difundir la energía del amor por medio del lenguaje, domina rápidamente los pasos iniciales y se prepara para la iniciación. La palabra es la manifestación más esotérica que existe, el medio de la creación y el vehículo para la fuerza. En la parquedad de las palabras, entendiéndolo esotéricamente, está la conservación de la fuerza. En la utilización de las palabras, bien elegidas y habladas, radica la distribución de la fuerza del amor del sistema solar, esa fuerza que conserva, fortalece y estimula. Sólo a quien conozca parcialmente estos dos aspectos de la palabra, se le podrá confiar su permanencia ante el Iniciador, y extraerá de esa presencia ciertos sonidos y secretos, que le son impartidos bajo la promesa de guardar silencio.

El discípulo debe aprender a permanecer silencioso ante el mal, a callar ante los sufrimientos del mundo, sin perder tiempo en quejas inútiles y en demostraciones de dolor, sino tratar de aligerar la carga del mundo, y trabajar sin perder energías en palabras. Sin embargo, debe hablar cuando es necesario el estímulo, emplear la palabra con fines constructivos; expresar la fuerza del amor del mundo, a medida que fluye a través de él, a fin de aliviar o aligerar la carga, recordando que, a medida que la raza progresa, el elemento amor y su expresión entre los sexos, se trasladarán a un plano superior. Entonces, por medio de la palabra hablada, no por la expresión en el plano físico, como sucede hoy, se llegará a comprender el verdadero amor que une a quienes son uno solo en el servicio y en la aspiración. Entonces el amor entre los individuos de la familia humana utilizará la palabra para la creación en todos los planos, y la energía que ahora se manifiesta en la mayoría, a través de los centros inferiores o genitales, se trasladará al centro laríngeo. Éste es todavía un lejano ideal, pero algunos ya pueden vislumbrarlo y procuran, mediante el servicio mancomunado, la colaboración amorosa, la unicidad en aspiración, pensamiento y esfuerzo, dar forma y configuración a este ideal, aunque inadecuadamente.

Un consejo práctico puede ser de valor aquí: Estudiar con cuidado los tres primeros capítulos del «Baghavad-Gita». El problema de Arjuna es el de todos los discípulos, y la solución es eternamente la misma. Estar alerta y vigilar el corazón. Es muy dolorosa la trasferencia del fuego del centro plexo solar al centro cardíaco. No es fácil amar como lo hacen los Grandes Seres, con amor puro, que no exige recompensa; con amor impersonal, que se regocija cuando hay respuesta, pero no la espera, y ama constante, silenciosa y profundamente, a través de las aparentes divergencias, con la seguridad de, que cuando todos hayan encontrado el camino hacia el hogar, comprenderán que ese hogar es el lugar de unificación. Prepararse para la soledad.

Cultivar la felicidad.

La felicidad se basa en la confianza en el Dios interno, en una justa apreciación del tiempo y en el olvido de sí mismo.

Tener paciencia.

El aspirante conoce el valor oculto del dinero en el servicio.

Así es conducido –mediante la correcta dirección de la energía y la manipulación inteligente de las corrientes de fuerza– al Portal de la Iniciación, y pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría, donde gradualmente se hace «consciente» de fuerzas y poderes latentes en su propio ego y en el grupo egoico; entonces puede utilizar la fuerza de ese grupo y puede confiársele su manejo, únicamente para ayudar a la humanidad; así -después de la cuarta iniciación-participa de la energía del Logos planetario, encomendándosele una parte de la misma, que lo capacita para llevar adelante los planes del Logos planetario para la evolución.

Después de un período breve o largo, el discípulo se encuentra ante el Portal de la Iniciación.

 Las dos primeras Iniciaciones.

En la primera iniciación, el ego debe haber controlado en gran medida al cuerpo físico y vencido «los pecados de la carne», según la fraseología cristiana. No deben prevalecer la gula, el alcoholismo, ni el libertinaje, ni satisfacerse las exigencias del elemental físico; por lo tanto, el control debe ser total y la tentación vencida. Debe mantenerse una actitud general y una fuerte disposición de obediencia al ego. Entonces el canal entre lo superior y lo inferior se expande, y la carne obedece prácticamente en forma automática.

En la primera iniciación, o el nacimiento del Cristo, generalmente se vivifica el centro cardíaco, a fin de obtener un control más eficaz del vehículo astral y prestar un mayor servicio a la humanidad. Después de esta iniciación se enseña principalmente al iniciado lo concerniente al plano astral; debe estabilizar su vehículo emocional y aprender a actuar en el plano astral con la misma soltura y facilidad con que lo hace en el plano físico; debe entrar en contacto con los devas astrales; aprender a controlar a los elementales del astral; actuar con facilidad en los subplanos inferiores, y acrecentar el valor y la calidad de su trabajo en el plano físico. En esta iniciación pasa del Aula del Aprendizaje al Aula de la Sabiduría. Entonces se le da especial importancia al desarrollo astral, aunque su equipo mental se desarrolla constantemente.

Muchas vidas transcurren entre la primera y segunda iniciaciones. Puede pasar un largo período de encarnaciones antes de perfeccionar el control del cuerpo astral y el iniciado estar preparado para el próximo paso. En forma interesante aparece en El Nuevo Testamento esta analogía en la vida del iniciado Jesús. Pasaron muchos años entre el Nacimiento y el Bautismo, pero en tres años dio los tres pasos restantes. Una vez pasada la segunda iniciación, el progreso es rápido; la tercera y cuarta iniciaciones seguirán probablemente en la misma vida o en la siguiente.

Así como en la primera iniciación se manifiesta el control del cuerpo físico denso, en la segunda se manifiesta análogamente el control del astral.

La segunda iniciación constituye la crisis del control del cuerpo astral.

El elemental astral es controlado, el cuerpo emocional se torna puro y límpido y va desapareciendo rápidamente la naturaleza inferior. Entonces el ego se aferra nuevamente a los dos vehículos inferiores y los somete a su voluntad.

Muchos actúan en los tres cuerpos, a medida que huellan el sendero de probación.

Si en esta iniciación se sigue el curso común (lo que no es del todo seguro) se vivifica el centro laríngeo. Esto desarrolla la capacidad de aprovechar las adquisiciones de la mente inferior en servicio del Maestro y ayuda al hombre; otorga la habilidad de dar y expresar aquello que constituirá una ayuda, posiblemente a través de la palabra hablada, pero indefectiblemente al prestar algún tipo de servicio.

Las dos Iniciaciones siguientes.

El iniciado aprende a controlar su vehículo mental, desarrolla la capacidad de manejar materia mental y aprende las leyes para construir pensamientos creadores. Actúa libremente en los cuatro subplanos inferiores del plano mental; antes de la tercera iniciación debe, consciente o inconscientemente, dominar totalmente los cuatro subplanos inferiores, en los tres planos de los tres mundos.

En la tercera iniciación, denominada a veces la Trasfiguración, la entera personalidad queda anegada por la luz descendente. Después de esta iniciación la mónada guía definitivamente al ego, derramando acrecentadamente su divina vida en el canal ya preparado y purificado.

Hasta no haber pasado esta iniciación no es necesario ni aconsejable desarrollar las facultades sintéticas o la clariaudiencia y clarividencia. La finalidad de todo el desarrollo consiste en el despertar de la intuición espiritual; una vez lograda, cuando el cuerpo físico es puro, el cuerpo astral estable y firme y el cuerpo mental controlado, entonces el iniciado podrá manejar sin peligro y utilizar inteligentemente las facultades síquicas para ayudar a la raza.

El Sumo Hierofante, el Señor del Mundo, es el oficiante sólo a partir de la tercera iniciación.

En las dos primeras iniciaciones el Hierofante es el Cristo, el Instructor del Mundo, el Primogénito entre muchos hermanos, el primero de nuestra humanidad que recibió la iniciación.

Antes de recibir la cuarta iniciación se intensifica el trabajo de entrenamiento, y la aceleración y acumulación de conocimiento debe ser increíblemente rápida. A menudo el iniciado tiene acceso a la biblioteca de libros esotéricos, y después de esta iniciación no sólo puede entrar en contacto con el Maestro, al que está vinculado y con el cual ha trabajado conscientemente durante largo tiempo, sino también con los Chohanes, el Bodhisattva y el Manu, ayudándolos en cierta medida.

Además, debe captar intelectualmente las leyes de los tres planos inferiores y aplicarlas para ayudar al plan de la evolución; estudiar los planos cósmicos y dominar sus gráficos; llegar a ser un conocedor de las técnicas esotéricas, y desarrollar la visión cuatridimensional, si aún no lo ha hecho. Debe aprender a dirigir las actividades de los devas constructores, y al mismo tiempo trabajar continuamente en el desarrollo de su naturaleza espiritual; empezar a coordinar rápidamente el vehículo búdico y, al coordinarlo, desarrollar el poder de síntesis, al principio en pequeña medida y gradualmente en forma más detallada.

El hombre que recibe la cuarta iniciación, la Crucifixión, suele tener una vida de gran sacrificio y sufrimiento. Es la vida del hombre que hace la Gran Renunciación, y que aún exotéricamente es considerada difícil, intensa y penosa. Todo lo abandona, hasta su perfecta personalidad misma, sobre el altar del sacrificio, y queda despojado de todo. Renuncia a amigos, dinero, reputación, carácter, posición, familia y hasta a la vida misma

Las Iniciaciones finales. Después de la cuarta iniciación, no queda mucho por hacer, El dominio del sexto subplano prosigue rápidamente, y se coordina la materia de los subplanos superiores al búdico. Al iniciado se le permite tener una más íntima fraternidad en la Logia, y su contacto con los devas es más completo. Va agotando rápidamente los recursos del Aula de Sabiduría, y dominando los más intrincados planes y gráficos. Se hace muy versado en la significación del color y del sonido; puede manejar la ley en los tres mundos y hacer contacto con su mónada, con más libertad que la mayoría de la raza humana con sus egos. Tiene también a su cargo gran trabajo; enseña a muchos discípulos; ayuda en muchos planes, y reúne bajo su dirección a quienes deben ayudarlo en el futuro. Esto se refiere únicamente a los que se quedan para ayudar a la humanidad en este globo. Más adelante nos ocuparemos de algunas líneas de trabajo que se extienden ante el adepto, si trasciende el servicio en la tierra. Después de la quinta iniciación, el hombre se ha perfeccionado en lo que se refiere a este esquema, aunque si lo desea puede recibir otras dos iniciaciones. Para recibir la sexta iniciación, el adepto debe hacer un curso muy intenso de ocultismo planetario. Un Maestro aplica la ley en los tres mundos, mientras que un Chohan de la sexta iniciación, lo hace en la cadena en todos los niveles. Un Chohan de la séptima iniciación aplica la ley en el sistema solar.

Este modo particular de desarrollar la conciencia en la familia humana, fue iniciado por la Jerarquía al final de la cuarta subraza de la raza raíz atlante, y continuará hasta mediados de la próxima ronda. Entonces se habrá proporcionado el necesario estímulo; tres quintas partes de la humanidad "habrán puesto esotéricamente los pies en el sendero", y un gran porcentaje de ella estará en camino de convertirse en el sendero mismo, retomando la rutina normal.

El procedimiento para estimular a los egos humanos por medio de graduadas instrucciones, y la aplicación de la fuerza eléctrica dinámica del Cetro, se emplean actualmente en tres de los planetas de nuestro sistema.

Los tres esquemas planetarios donde se está probando el gran experimento de la iniciación son: la Tierra, Venus y otro planeta.

La primera y principal energía o fuerza, es la que emana del sol Sirio. Si puede expresarse así, toda la energía del pensamiento o fuerza mental, llega al sistema solar procedente de un lejano centro cósmico, por mediación de Sirio, que actúa como transmisor o centro focal, desde donde emanan las influencias que producen en el hombre la autoconciencia. Durante la iniciación, por medio del Cetro de Iniciación (el cual actúa como transmisor subsidiario y como un potente imán), esta energía se intensifica momentáneamente, y es aplicada con enorme fuerza a los centros del iniciado. Si no fuera porque el Hierofante y los dos padrinos del iniciado la hacen pasar primeramente por sus propios cuerpos, el iniciado no la podría resistir. Este incremento de energía mental produce la ampliación y conocimiento de la verdad tal como es, siendo sus efectos duraderos. Primeramente, se siente en el centro laríngeo, el gran órgano de creación por medio del sonido. Otro tipo de energía le llega al hombre procedente de las Pléyades, pasando a través del esquema venusiano, así como la energía del esquema siriano pasa por el saturnino. Tiene definido efecto sobre el cuerpo causal y estimula el centro cardíaco.

Al iniciado se le aplica un tercer tipo de energía, que afecta su centro coronario y emana de una de las siete estrellas de la Osa Mayor, cuya vida animadora mantiene la misma relación con nuestro Logos planetario, que la del ego con el ser humano. Esta energía es por lo tanto séptuple y difiere según el tipo de hombre y el rayo a que pertenece. No es posible revelar aquí el orden de aplicación de los distintos tipos de energía ni decir en qué iniciación el hombre se pone en contacto con aquéllos. Estos hechos involucran los secretos de los misterios y no es conveniente revelarlos. Otros tipos de fuerza provenientes de ciertos esquemas planetarios, lo mismo que desde centros cósmicos, son puestos en acción por el iniciador y trasmitidos por medio del Cetro a los distintos centros, de los tres vehículos del iniciado: mental, astral y etérico. En la cuarta iniciación un especializado tipo de fuerza, procedente de un centro cuyo nombre debe permanecer innominado, es aplicado al cuerpo causal del hombre, siendo una de las causas de su desintegración final. Al reflexionar sobre el tema de la realización de los hijos de los hombres, debe reconocerse que el género humano completa una unificación tras otra; los "Hombres celestiales" son integrados en los niveles intuitivos y espirituales, y a su vez constituyen los centros de los grandes «Hombres celestiales» en el sistema solar. Estos siete Hombres celestiales en cuyos cuerpos encuentran su lugar cada mónada humana y deva, forman los siete centros del cuerpo del Logos, el cual a su vez constituye el centro cardíaco (porque Dios es amor) de una entidad aún superior. La consumación para quienes pertenecen a este sistema solar, ocurrirá cuando el Logos reciba Su quinta iniciación. Cuando los hijos de los hombres alcancen la quinta iniciación, Él llegará a Su meta. Éste es para nosotros un incomprensible y gran misterio.

Corroboración de la Iniciación.

Los centros etéricos y a través de ellos. Estos centros recibirán poderoso estímulo.

Los centros físicos, tales como la glándula pineal y el cuerpo pituitario, empezarán a desarrollarse rápidamente, y el iniciado será consciente del despertar de los «siddhis» o poderes del alma, en el más elevado sentido de la palabra.

El sistema nervioso por cuyo medio actúa el cuerpo emocional o astral, llegará a ser muy sensible, a la vez que muy fuerte. El cerebro se convertirá rápidamente en un transmisor agudo de los impulsos internos.

La memoria oculta.

El Señor del Mundo, el Iniciador Uno, Aquel que la Biblia denomina «el Anciano de los Días» y las Escrituras hindúes el Primer Kumara, desde Su trono de Shamballa en el desierto de Gobi, Él, Sanat Kumara, es el que preside la Logia de Maestros y tiene en Sus manos las riendas del gobierno de los tres departamentos. Algunas Escrituras lo denominan «el Gran Sacrificio», y ha decidido vigilar la evolución de los hombres y los devas, hasta que todos hayan sido esotéricamente «salvados». Además, determina los «ascensos» en los diferentes departamentos y quiénes deben ocupar las vacantes. Cuatro veces al año se reúne en concilio con los Chohanes y Maestros y autoriza lo que debe hacerse para adelantar los fines de la evolución.

En determinados períodos del año se reúne la Logia, y en el Festival Wesak se congrega bajo Su jurisdicción para tres fines:

1. Entrar en contacto con la fuerza planetaria por mediación de Buda.

2. Celebrar la principal conferencia trimestral.

3. Admitir en las ceremonias de la iniciación a quienes están preparados y han cursado todos los grados.

Durante el año se efectúan otras tres ceremonias iniciáticas:

1. Las iniciaciones menores administradas por el Bodhisattva, las cuales tienen lugar en el departamento del Mahachohan y en uno de los cuatro rayos menores de atributo.

2. Las iniciaciones mayores en uno de los tres rayos mayores, rayos de aspecto, administradas por el Bodhisattva, constituyendo, por consiguiente, las dos primeras iniciaciones.

3. Las tres iniciaciones superiores, donde Sanat Kumara empuña el Cetro.

En todas las iniciaciones está presente el Señor del Mundo, pero en las dos primeras ocupa análoga posición a la ocupada por el Observador Silencioso, cuando Sanat Kumara toma el juramento de las iniciaciones tercera, cuarta y quinta. Entonces Su poder fluye ante el iniciado y el fulgor de la estrella es la señal de Su aprobación, pero el iniciado no Lo ve ante sí, hasta la tercera iniciación.

Durante la ceremonia de la iniciación, cuando el iniciado se encuentra ante el Señor del Mundo, estos tres Grandes Seres forman un triángulo, dentro de cuyas líneas de fuerza se encuentra el iniciado. En las dos primeras iniciaciones, donde el Bodhisattva actúa como el Hierofante, el Mahachohan, el Manu y un Chohan, que temporariamente representa el segundo departamento, desempeñan un cargo similar. En las dos iniciaciones superiores los tres Kumaras, llamados «Kumaras esotéricos», forman un triángulo, en el cual permanece el iniciado cuando enfrenta al Logos planetario.

En las dos iniciaciones finales toman parte muchos miembros de la Jerarquía que son extraplanetarios, si se puede expresar así, y actúan fuera del físico denso y del globo etérico de nuestro planeta; por lo tanto, no es necesario enumerarlos detalladamente. Sanat Kumara es aún el Hierofante, pero, en sentido muy esotérico, el que oficia es el Mismo Logos planetario. Ellos en ese instante están fusionados en una sola Entidad, manifestando diferentes aspectos.

Por lo tanto, estos Grandes Señores están íntimamente relacionados con las iniciaciones de un ente humano y demasiado ocupados en asuntos de mayor importancia y en actividades grupales, para entrar en relación con un hombre hasta hallarse en el sendero de probación. Cuando ha llegado por su propio esfuerzo al sendero del discipulado, el Maestro que lo supervisa informa al guía de uno de los tres departamentos (esto depende el rayo del individuo) que se está acercando al Portal de la Iniciación y debe prepararse para el gran paso en determinada vida. Cada vida, y más tarde cada año, se hace un informe, hasta que en el último año del sendero de probación, se dan con más frecuencia los informes, remitiendo también a la Logia el nombre del aspirante. Después que su propio Maestro ha informado sobre él y ha resumido brevemente su historial, se pone a votación el nombre y se designan padrinos.

Durante la ceremonia de la iniciación los factores importantes son:

• El Iniciador.

• El triángulo de fuerza, formado por tres adeptos o tres Kumaras.

• Los padrinos.

En las dos primeras iniciaciones, dos Maestros, uno a cada lado del aspirante, asisten dentro del triángulo. En la tercera, cuarta y quinta iniciaciones, el Mahachohan y el Bodhisattva actúan como padrinos. En la sexta y séptima iniciaciones, dos Grandes Seres, que deben permanecer incógnitos, permanecen dentro del triángulo esotérico. La actuación de los padrinos consiste en hacer pasar, a través de sus cuerpos, la fuerza o energía eléctrica emanante del Cetro de Iniciación. Dicha fuerza circula por irradiación alrededor del triángulo y es complementada por la fuerza de los tres guardianes; luego pasa a través de los centros de los padrinos y, por un acto de voluntad, se trasmite al iniciado.

Cuando un hombre intenta alcanzar ese ideal y lo convierte en un hecho manifestado dentro de sí mismo, descubrirá que no sólo es una posibilidad, sino algo que puede lograrse siempre y cuando se esfuerce suficientemente. La primera iniciación está al alcance de muchos; pero la necesaria centralización y la firme creencia en la realidad futura, juntamente con la voluntad de sacrificarlo todo antes que renunciar, son obstáculos para la mayoría. Este libro no habrá sido escrito en vano si sólo sirviera a alguien como acicate para una renovada fe.

Cinco etapas de la ceremonia de la Iniciación, y son:

1. La «Presencia» revelada.

2. La «Visión» percibida.

3. La aplicación del Cetro, que afecta:

a. a los cuerpos,

b. a los centros,

e. al vehículo causal.

4. El juramento.

5. La revelación del «Secreto» y de la Palabra.

La etapa culminante donde se le comunica uno de los secretos y una de las cinco palabras de poder que le abren los distintos planos, con todas sus evoluciones.

En la tercera iniciación se le revela al iniciado la finalidad del subrayo del rayo al cual pertenece su ego.

Se le revela una parte de los planes del Logos planetario y esta visión incluye la revelación del plan y del propósito en lo que al planeta concierne, aunque todavía la visión sea confusa respecto a esos planes, en su relación planetaria. Esto lleva al iniciado, por medio de una serie de graduados conocimientos, a los portales de la cuarta iniciación.

Cuando el adepto de la quinta iniciación puede actuar de acuerdo con los planes de los tres Logos implicados, colaborando con ellos cada vez con mayor capacidad a medida que transcurre el tiempo, está preparado para la sexta iniciación, que lo admitirá a cónclaves superiores. Así llega a participar no sólo de los propósitos planetarios, sino también de los solares. En la sexta iniciación posee la más maravillosa visión de toda la serie. Ve el sistema solar como una unidad y recibe una breve revelación que abre ante su asombrado entendimiento los propósitos fundamentales del Logos solar, viendo por primera vez el conjunto de planes con todas sus ramificaciones. En la séptima iniciación su visión penetra más allá del "círculo no se pasa" solar y puede ver lo que ha conocido como fundamental hecho teórico, que nuestro Logos solar está implicado en los planes y propósitos de una Existencia superior y que el sistema solar es sólo uno de los numerosos centros de fuerza y por su intermedio se está expresando una Entidad cósmica mucho más grande que nuestro Logos solar.

Debe recordarse que dos maestros apadrinan a todo aspirante a la iniciación.

En las dos primeras iniciaciones se emplea un Cetro de iniciación manejado por el Gran Señor, magnetizado por la aplicación del «Diamante Flamígero», magnetización que se repite para cada nuevo Instructor del Mundo. Entonces tiene lugar una maravillosa ceremonia en el momento en que el nuevo Instructor toma posesión de su cargo, donde recibe su Cetro de Poder -el mismo Cetro que se ha utilizado desde la fundación de nuestra Jerarquía planetaria- y lo extiende al Señor del Mundo, que lo toca con Su propio poderoso Cetro, cargándolo nuevamente con capacidad eléctrica. Esta ceremonia tiene lugar en Shamballa.

El Cetro de Iniciación llamado «Diamante Flamígero» es empleado por Sanat Kumara, el Iniciador Uno, el cual se halla oculto en «Oriente», velando el fuego que irradia la Religión de la Sabiduría; fue traído desde Venus por el Señor del Mundo y una vez en cada período mundial se lo somete a un proceso similar al del Cetro menor; entonces se recarga por acción directa del Logos Mismo del sistema solar. Tan solo el Señor del Mundo y los Chohanes de los Rayos conocen la ubicación exacta de ese Cetro y por ser el talismán de nuestra evolución, su principal guardián es el Chohan de segundo rayo –bajo la autoridad del Señor del Mundo– siendo ayudado por el Señor Deva del segundo plano. Los Budas de Actividad son responsables de su custodia, y subordinado a Ellos se halla el Chohan del rayo. Es utilizado en momentos determinados cuando debe hacerse un trabajo específico, no sólo en las iniciaciones de los seres humanos, sino en ciertas funciones planetarias sobre las cuales actualmente nada sabemos. Tiene su lugar y función en ciertas ceremonias relacionadas con la ronda interna y con el triángulo formado por la Tierra, Marte y Mercurio.

El gran Cetro de Poder del Logos Mismo está oculto en el sol. Recapitulando, la ubicación esotérica de los distintos cetros es la siguiente:

1. El Cetro del Bodhisattva se halla oculto en «el corazón de la sabiduría», es decir, en Shamballa.

2. El Cetro del Iniciador Uno se halla oculto en «Oriente», ubicación definidamente planetaria.

3. El Cetro del Logos solar se halla oculto en «el corazón del sol», esa misteriosa esfera subjetiva que subyace detrás de nuestro sol físico, el cual es sólo la envoltura protectora.

4. El Cetro del Logos cósmico, asociado con nuestro Logos solar, se halla oculto en ese punto central de los cielos a cuyo alrededor gira nuestro sistema solar, denominado «sol central espiritual».

 

EL JURAMENTO

El Trabajo de la Logia durante la Iniciación. Llegamos a la parte más solemne de la ceremonia de la Iniciación. Esta ceremonia desde cierto punto de vista, está clasificada en tres partes. En la primera, el iniciado se ocupa y conoce a su propio y auténtico Yo, la Presencia, y visión y el plan. percibe la En la segunda, el iniciador implicado maneja el Cetro de fuego y obtiene cierto resultado específico en el cuerpo del aspirante. En la tercera, el Hierofante le revela ciertas palabras y fórmulas que el iniciado las lleva en su conciencia, para cumplir mejor la parte del plan que le corresponde.

Invariablemente se confecciona el horóscopo del iniciado para fijar el momento de una iniciación individual, y sólo cuando los signos individuales se fusionan y coinciden con el horóscopo ceremonial, por el cual se guía el Iniciador, es posible llevar a cabo la ceremonia. Por tal razón, a veces se posterga la iniciación para una vida posterior, aunque el iniciado haya efectuado el trabajo necesario.

La triple tarea de la Logia durante la ceremonia, puede describirse de la manera siguiente: Primero: la entonación de ciertos mántram libera energía de determinado centro planetario.

Segundo: la concentración efectuada por la Logia, ayuda al iniciado a reconocer en sí mismo los diferentes procesos pasados

Tercero: por medio de cierta actividad rítmica ceremonial, la Logia ayuda grandemente en la tarea de la iniciación

Dos tipos de juramento. Los juramentos relacionados con la Jerarquía oculta pueden clasificarse en dos grupos: El Juramento de la Iniciación, mediante el cual el iniciado se compromete, en el más solemne juramento, a no revelar jamás, bajo pena de rápido castigo, ningún secreto oculto ni a expresar en palabras, fuera del Aula de la Iniciación, lo que se le ha confiado a su custodia. El Juramento del Cargo. Se presta cuando algún miembro de la Logia toma posesión de un cargo específico en el trabajo jerárquico. Este juramento se refiere a sus funciones y relaciones con:

• el Señor del Mundo,

• Su superior inmediato,

• sus colaboradores en la Logia, • el mundo de los hombres al que deberá servir.

No nos conciernen las iniciaciones cósmicas y logoicas, excepto en la medida que las iniciaciones humanas reflejan sus asombrosos prototipos, pero al estudiante le interesa conocer que, así como en cada iniciación se le confía al iniciado una Palabra de Poder, también se le confió al Logos la gran Palabra de Poder, que produjo a nuestro sistema solar, denominada «Palabra Sagrada» o AUM. Debe recordarse que el sonido Aum es el esfuerzo del hombre por reproducir, en escala infinitamente pequeña, el triple sonido cósmico que hizo posible la creación.

La ceremonia de la iniciación y las Palabras confiadas al iniciado.

Controlar la palabra en todos los instantes del día. Algo fácil de decir, pero muy difícil de practicar, y quien lo logra se aproxima rápidamente a la emancipación. Esto no se refiere a la reticencia, a la melancolía, al silencio o mutismo, que caracterizan a las naturalezas poco evolucionadas y que en realidad se hallan en un estado de inarticulación. Se refiere al empleo controlado de las palabras para obtener ciertos fines y a la retención de la energía vocal cuando no es necesaria, algo muy diferente. Involucra el reconocimiento de los ciclos, de las temporadas y de las estaciones; supone el conocimiento del poder del sonido y de los efectos producidos por la palabra hablada; entraña la comprensión de las fuerzas constructivas de la naturaleza y su debido manejo y se basa en la capacidad de manejar sustancia mental y ponerla en movimiento para obtener resultados en la materia física, de acuerdo con el propósito claramente definido del Dios interno. El fulgor del segundo aspecto del yo, Vishnu, o aspecto constructor de la forma, es la principal característica del ego en su propio plano. Debería reflexionarse sobre esto.

En las siete iniciaciones se revelan las siete Palabras del sistema solar y forman la Palabra logoica que sólo conocemos, en su triple forma, como el Aum. En la primera iniciación se otorga la Palabra para el plano físico. En la segunda iniciación se otorga la Palabra para el plano astral.

En la tercera iniciación se otorga la Palabra para el plano mental inferior. En esta iniciación, como ya se ha dicho, el Hierofante es el Señor del Mundo, no sólo se le otorga la Palabra para el plano mental inferior, sino que también se le confía una Palabra que sintetiza las tres Palabras para los tres mundos. Ésta se da al iniciado como tema de meditación, hasta recibir la cuarta iniciación, pero se le prohíbe que la emplee hasta la liberación final, pues proporciona completo control sobre los tres planos inferiores. En la cuarta iniciación se otorga la Palabra para el plano mental superior. En la quinta iniciación se otorga la Palabra para el plano búdico. En la sexta iniciación se otorga la Palabra para el plano átmico. En la séptima iniciación se otorga la Palabra para el plano monádico.

En la sexta iniciación el Hierofante otorga la Palabra que sintetiza la cuarta, quinta y sexta palabras, y el iniciado puede ejercer así completo control, por el poder del sonido, sobre la sustancia de los cinco planos de la evolución humana. En la séptima iniciación el triple AUM, en su verdadero carácter, es revelado al iluminado Buda, entonces puede manipular energía en los seis mundos o planos.

Dos iniciaciones más se pueden recibir, pero poco se dice respecto a ellas en nuestro esquema terrestre porque no es un esquema «sagrado», y muy pocos seres humanos –acaso alguno– logran las iniciaciones octava y novena. Para ello deben pasar primero a otro sistema durante un largo período de servicio e instrucción. Todo lo que se puede insinuar es que en la octava iniciación se manifiesta la dualidad del triple Aum, y en la novena se revela el sonido uno del Absoluto y su significación es vista y oída. Esto trae a la conciencia del iniciado algo de la energía y poder de «Aquel de Quien Nada puede Decirse», o el Logos de nuestro Logos solar. La unidad de conciencia es entonces perfecta, como es perfecto el Logos, pasando a realizar un trabajo paralelo al del Logos solar. Tal es el grandioso programa y la oportunidad que se despliega ante los hijos de los hombres y ante todos los átomos.

Cada una de las cinco iniciaciones que nos conciernen inmediatamente (pues las dos superiores no son obligatorias y están fuera de nuestra presente consideración), afectan uno de los cinco centros del hombre:

1. el coronario,

2. el cardíaco,

3. el laríngeo,

4. el plexo solar,

5. la base de la columna vertebral, y le revelan el conocimiento concerniente a los diversos tipos de fuerza o energía, que animan al sistema solar y llegan al iniciado por intermedio de determinado centro etérico.

Se evidencia con claridad por qué se da tanta importancia al estudio de los símbolos y se exhorta a los estudiantes a reflexionar y meditar sobre los símbolos cósmicos y del sistema. Esto los prepara para la comprensión y retención interna de los símbolos y fórmulas que entrañan el conocimiento que les permitirá actuar oportunamente. Estas fórmulas están basadas en los nueve símbolos ya reconocidos:

1. La cruz y sus variadas formas.

2. El loto.

3. El triángulo.

4. El cubo.

5. La esfera y el punto.

6. Ocho formas animales: la cabra, el toro, el elefante, el hombre, el dragón, el oso, el

7. La línea.

8. Ciertos signos del zodíaco, de ahí la necesidad de estudiar astrología.

9. El cáliz o el santo grial.

Todos estos símbolos afines, entretejidos o parciales, se combinan para expresar alguno de los siete Secretos. El iniciado debe reconocerlos al verlos y oírlos, fijándolos indeleblemente en su memoria por un esfuerzo de la voluntad.

Los tres misterios del sistema solar son:

1. El misterio de la Electricidad. El misterio de Brahma. El secreto del tercer aspecto. Está latente en el sol físico.

2. El misterio de la Polaridad, o el impulso universal del sexo. El secreto del segundo aspecto. Está latente en el Corazón del Sol, o el Sol subjetivo.

3. El misterio del Fuego mismo, o la fuerza dinámica central del sistema. El secreto del primer aspecto. Está latente en el Sol Central Espiritual.

Sería conveniente que el estudiante recordara que los tres planos de los tres mundos, físico, astral y mental, forman el cuerpo físico denso del Logos solar, mientras que los cuatro planos superiores forman Su cuerpo etérico. Los estudiantes tienden a olvidar que nuestros siete planos son los siete subplanos del físico cósmico.

Se reconoce científicamente que los fenómenos eléctricos son de naturaleza dual, pero la inherente triplicidad de la electricidad es una cuestión de especulación para la ciencia moderna. Su triplicidad le es demostrada al iniciado en la primera iniciación, y también se le revela el secreto de balancear las fuerzas en el plano físico y lograr así el equilibrio

En la segunda iniciación se despliega ante el iniciado el «secreto del mar» y por medio de esta revelación se aclaran, ante su visión interna, dos temas de profundo interés que son:

a. El misterio de la luz astral.

b. La ley del karma.

En la tercera iniciación se le confía al iniciado «el secreto de fohat» y se le revela el misterio de la triplicidad del cuerpo y del triple Logos.

En la quinta iniciación se le revela al admirado y sorprendido Maestro el gran secreto referente al aspecto fuego o espíritu, el Cual se da cuenta, en un sentido incomprensible para el hombre, el hecho de que todo es fuego y el fuego es todo.

Estos conocimientos o expansiones de conciencia, están regidos por la ley natural, y toda alma, sin excepción., los experimenta a su debido tiempo. Cada ser las obtiene diariamente en menor grado, a medida que aumenta gradualmente su comprensión y experiencia de la vida, pero únicamente se convierten en iniciaciones en la sabiduría (diferentes de las expansiones del conocimiento) cuando el conocimiento adquirido ha sido:

a. Buscado conscientemente.

b. Aplicado a la vida en forma autosacrificada.

c. Empleado en servicio de los demás, voluntariamente.

d. Utilizado inteligentemente en bien de la evolución. Sólo almas de cierta experiencia y desarrollo realizan estas cuatro cosas en forma consciente y perseverante, trasmutando el conocimiento en sabiduría y la experiencia en cualidad. El hombre común trasmuta la ignorancia en conocimiento y la experiencia en facultad. Sería de utilidad que todos reflexionaran sobre la diferencia entre la cualidad inherente y la facultad innata; una es la propia naturaleza de budi o sabiduría, la otra de manas o mente. La unión de ambas, por medio del esfuerzo consciente del hombre, trae por resultado una iniciación mayor.

Además, debe equipar su cuerpo mental, para ser un expositor y transmisor y no un factor obstaculizante como hasta ahora. Análogamente, debe desarrollar una actividad grupal y aprender a trabajar coordinadamente con otras unidades. Esto es lo principal que el hombre debe lograr en el sendero de la iniciación, y cuando ha trabajado sobre ello , encontrará el Camino, lo verá con claridad y entonces ingresará en las filas de los Conocedores.

Conviene hacer resaltar que las iniciaciones mayores o de manas, se reciben en el plano mental y en el cuerpo causal. Señalan su punto de evolución, donde la unidad reconoce prácticamente y no sólo en teoría, que es idéntica al divino Manasaputra, en Cuyo cuerpo ocupa su lugar. Pueden recibirse iniciaciones en el plano físico, en el astral y en el mental inferior, pero no se las considera mayores ni son estímulos conscientes, coordinados y unificados, que abarcan al entero hombre.

Un hombre, por consiguiente, puede recibir la iniciación en cada plano, pero sólo son consideradas iniciaciones, en el verdadero sentido de la palabra, las que señalan su trasferencia del cuaternario inferior a la Tríada, y únicamente son iniciaciones mayores aquellas en que el hombre transfiere su conciencia del cuaternario inferior a la Tríada. Tenemos así tres grados de iniciaciones: Primero, las iniciaciones en que el hombre transfiere su conciencia desde los cuatro subplanos inferiores de los planos físico, astral y mental respectivamente, a los tres subplanos superiores. Cuando esto se efectúa en el plano mental, el hombre es conocido técnicamente como discípulo, iniciado y adepto.

Utiliza entonces cada uno de los tres subplanos superiores del plano mental como punto de partida, para salir totalmente de los tres mundos de la manifestación humana y pasar, a la Tríada. Por lo tanto, es evidente que lo que podríamos considerar como iniciaciones menores pueden recibirse en los planos físico y astral, bajo el control consciente de sus tres subplanos superiores

Son verdaderas iniciaciones, pero no hacen al hombre lo que llamamos técnicamente un Maestro de Sabiduría, sino sencillamente un adepto de grado inferior.

Segundo, las iniciaciones en que el hombre transfiere su conciencia de un plano a otro, en lugar de un subplano a otro. Es un punto que debe reconocerse cuidadosamente. Un verdadero Maestro de Sabiduría no sólo ha recibido las iniciaciones menores mencionadas, sino que ha dado los cinco pasos que involucran control consciente de los cinco planos de la evolución humana. Le falta recibir las dos iniciaciones finales que lo convertirán en un Choan de sexto grado y en un Buda, antes de que ese control se extienda a los dos planos restantes del sistema solar. Por lo tanto, es correcto hablar de siete iniciaciones. Sin embargo, sería igualmente correcto enunciar cinco, diez o doce iniciaciones. El tema es un poco complicado para los estudiantes esoteristas a causa de ciertos factores misteriosos, acerca de los cuales ellos nada saben, y que por ahora son incomprensibles. Estos factores se basan en la individualidad del Hombre celestial Mismo e involucra misterios tales como Su karma particular, el objetivo que puede tener en vista en cualquier ciclo particular y la trasferencia de la atención puesta sobre el ego cósmico de un Hombre celestial a Su reflejo, el evolucionante Hombre celestial de un sistema solar.

Tercero, iniciaciones en las que un Hombre celestial puede recibir una iniciación mayor o menor, implicando así toda Su naturaleza. Por ejemplo, cuando tuvo lugar la individualización durante la época lemuriana o la tercera raza raíz, y en este ciclo vino definitivamente a la manifestación la familia humana, significó una iniciación mayor para nuestro Hombre celestial. El actual estímulo del esfuerzo jerárquico, conduce a una iniciación menor. Ningún iniciado pasó la gran prueba de la iniciación si no se ha acostumbrado a pasar las pruebas menores todos los días de su vida.

Muy poco se ha publicado respecto a los siete senderos que se extienden ante el hombre que ha llegado a la quinta iniciación

Sabemos, como hecho general, que antes de hollar los siete senderos, el hombre debe llegar a ser un Maestro de Sabiduría, un Hermano de Compasión, capaz de aplicar la Ley con inteligencia y amor:

1. El Sendero del Servicio en la Tierra.

2. El Sendero del Trabajo Magnético.

3. El Sendero de Entrenamiento para los Logos planetarios.

4. El Sendero hacia Sirio.

5. El Sendero de los Rayos.

6. El Sendero del Logos Mismo.

7. El Sendero de la Filiación Absoluta.

 

REGLAS PARA ASPIRANTES

El que aspira al discipulado y se esfuerza por llegar a él no está comprometido, de ninguna manera, a adoptar la misma actitud y disciplina específica que el solicitante de la iniciación y puede emplear el tiempo que quiera en hollar el sendero de probación

A continuación se dan catorce reglas extraídas de una serie de instrucciones recopiladas para quienes ansían recibir la primera iniciación. Regla Uno. Que el discípulo investigue dentro de la profunda caverna del corazón. Si allí arde intensamente el fuego, dando calor a su hermano, pero no a sí mismo, ha llegado el momento de solicitar autorización para presentarse ante el portal.

Cuando el amor a todos los seres, sin tener en cuenta quienes son, comienza a ser una realidad en el corazón del discípulo y, al mismo tiempo, el amor a sí mismo no existe, indica que se está acercando al Portal de la Iniciación y puede prestar los juramentos preliminares necesarios, antes de que su Maestro entregue su nombre como solicitante de la iniciación

Este amor debe ser una manifestación probada y práctica y no sólo una teoría ni simplemente un ideal impracticable y un sentimiento grato, sino algo surgido de las experiencias y pruebas de la vida, de tal modo que el primer impulso de la vida sea el autosacrificio y la inmolación de la naturaleza inferior.

Regla Dos. Cuando la solicitud ha sido presentada en triple forma, que el discípulo la retire y olvide que la ha presentado.

El discípulo debe adoptar la actitud mental de no importarle recibir o no la iniciación. No debe tener ningún móvil egoísta.

Sólo recibirán respuesta a sus demandas los discípulos que ansían la iniciación porque confiere un mayor poder para ayudar y bendecir.

Regla Tres. Triple debe ser el llamado, tomando mucho tiempo su enunciación. Que el discípulo emita su llamado a través del desierto, sobre los mares y a través de los fuegos que lo separan del Portal oculto y velado.

Cuando sean controlados, coordinados y utilizados, aunque a veces inconscientemente, estos tres aspectos del ego en manifestación, el Dios interno, entonces se oirá la voz del discípulo demandando la apertura del portal. Cuando la vida inferior del plano físico se ha fertilizado, lo emocional estabilizado y lo mental trasmutado, nada impedirá que se abra el portal para que entre el discípulo. Sólo la vibración sincronizada con lo que está del otro lado de la puerta, determina su apertura, y cuando la clave de la vida del discípulo se sintoniza con la de la Jerarquía, se abrirán las puertas una tras otra y nada podrá impedirlo.

Regla Cuatro. Que el discípulo se ocupe de cuidar el fuego, nutrir las vidas menores y mantener así girando la rueda. Éste es un mandato para recordar al discípulo su responsabilidad hacia sus numerosas vidas inferiores, que en su totalidad constituyen su triple cuerpo de manifestación.

Regla Cinco. Que el aspirante procure que el Ángel solar atenúe la luz de los ángeles lunares, permaneciendo como única luminaria en el cielo microcósmico.

Para cumplir este mandato, todo aspirante debe hacer dos cosas: primero, estudiar su origen, comprender su propia sicología, esotéricamente entendidos, y llegar a ser científicamente consciente de la naturaleza real del ego o yo superior, actuando en el cuerpo causal. Después debe cerciorarse en el plano físico, de su innata divinidad por medio de los tres cuerpos inferiores, demostrando progresivamente su valor esencial. Segundo, estudiar la constitución del hombre, comprender el método de funcionamiento de la naturaleza inferior, darse cuenta de la interdependencia e interrelación de todos los seres vivientes y poner bajo control las vidas inferiores que componen los tres cuerpos de manifestación. Así, el Señor solar, Realidad interna, Hijo del Padre y Pensador en su propio plano, se convierte en intermediario de lo que es terrenal y lo que tiene su hogar dentro del Sol.

Regla Seis. Los fuegos purificadores arden tenuemente cuando el tercero es sacrificado al cuarto. Por lo tanto, que el discípulo se abstenga de quitar la vida y que nutra lo más inferior con el producto del segundo.

Esta regla puede aplicarse a la conocida norma de que el discípulo debe ser estrictamente vegetariano. La naturaleza inferior se embota y densifica y la llama interna no puede brillar cuando se incluye la carne en la dieta. Esta regla es rígida e inviolable para los solicitantes. Los aspirantes pueden o no consumir carne, según prefieran, pero en cierta etapa del sendero es esencial la abstención de cualquier tipo de carne y es necesario vigilar con estricta atención la dieta.

El discípulo debe limitarse a las verduras, cereales, frutas y legumbres, pues sólo así será capaz de construir el tipo de cuerpo físico que pueda resistir la entrada del hombre real que ha permanecido ante el Iniciador en sus vehículos sutiles

Prohibición absoluta –para todos los que solicitan la iniciación– de carnes, pescados, licores y el uso del tabaco.

Para quienes pueden soportarla, es mejor eliminar de la dieta los huevos y el queso, aunque esto no es en modo alguno obligatorio; pero para quienes están desarrollando facultades síquicas de cualquier tipo, es aconsejable abstenerse de consumir huevos y moderarse en el queso. La leche y la manteca entran en diferente categoría, y la mayoría de los Iniciados y solicitantes consideran necesario incluirlas en la dieta. Pocos pueden subsistir y retener todas sus energías físicas con la dieta vegetariana, pero allí está encerrado el ideal, y como bien se sabe, éste rara vez se logra en el actual período de transición.

Necesidad del sentido común en el solicitante, factor del cual se carece frecuentemente, y los estudiantes deberían recordar que los fanáticos desequilibrados no son miembros deseables para la Jerarquía.

El equilibrio, el justo sentido de proporción, la debida consideración de las condiciones del medio ambiente y un sensato sentido común, es lo que caracteriza al auténtico esoterista. Cuando existe el verdadero sentido del buen humor, muchos peligros pueden evitarse. Segundo, el reconocimiento del factor tiempo y la capacidad de efectuar lentamente los cambios en la dieta y en los hábitos de toda la vida.

En la naturaleza todo progresa lentamente, y los solicitantes deben aprender la verdad oculta de la frase: «Apresúrate despacio». El proceso de eliminación gradual es generalmente el sendero de la sabiduría, y este período eliminatorio –bajo condiciones ideales, que raras veces existen– debe abarcar la etapa que llamamos del aspirante, para que cuando el hombre se convierta en un solicitante de la iniciación, haya realizado la necesaria preparatoria purificación de la dieta.

Regla Siete. Que el discípulo dirija su atención a la enunciación de esos sonidos que repercuten en el aula donde deambula el Maestro. Que no emita las notas menores que inician la vibración dentro de las aulas de maya.

El discípulo que desea pasar los Portales de la Iniciación, no lo conseguirá hasta conocer el poder del lenguaje y del silencio.

De ahí la necesidad de que su originador tenga una mentalidad pura, exactitud al hablar y habilidad en la acción. Cuando el solicitante comprenda esto, se operarán inmediatamente importantes cambios en su vida diaria, los cuales podrían ser enumerados de acuerdo a su utilidad práctica:

1. Investigará cuidadosamente los móviles y vigilará estrictamente los impulsos originantes. De ahí que, durante el primer año, donde el aspirante se dedica a preparase para la iniciación, deberá anotar, tres veces al día, las investigaciones que persigue, lo concerniente a sus móviles y el resorte principal de su acción.

2. Vigilará lo que dice y se esforzará en eliminar toda palabra hiriente, innecesaria e inútil. Estudiará los efectos de la palabra hablada e investigará el impulso que la origina, que en todos los casos inicia la acción en el plano físico.

3. Cultivará el silencio y lo guardará estrictamente en lo que a él concierne, a su tarea y a sus conocimientos ocultos, a los asuntos con quienes está asociado y al trabajo esotérico en su grupo. Sólo en los círculos del grupo o en relación con sus superiores, se permitirá más libertad en el lenguaje. Hay un momento para hablar y ese momento llega cuando se puede servir al grupo con palabras inteligentes y una cuidadosa advertencia sobre las condiciones buenas o malas; cuando es necesario decirle algo a un hermano respecto a la vida interna, o al dirigente de algún grupo; cuando un miembro por equívoco obstaculiza al grupo; cuando ese miembro puede ayudar al grupo si se le asigna un trabajo distinto.

4. Estudiará el efecto de la Palabra Sagrada y dispondrá cuidadosamente las condiciones para su empleo. Emitirá la Palabra y sus efectos girarán sobre determinado centro esotérico (en ningún caso un centro físico) y, por lo tanto, influirá y reglamentará la vida.

Regla Ocho. Cuando el discípulo se acerca al Portal, los siete mayores deben despertar y evocar, sobre el doble círculo, respuesta de los siete menores.

Textualmente, puede interpretarse así: que el iniciado en cierne debe desarrollar en cierto modo la vibración de los siete centros de la cabeza, y poner así en acrecentada actividad vibratoria los siete centros del cuerpo en el plano etérico, afectando, por medio de la recíproca vibración, los siete centros físicos, que inevitablemente quedarán estimulados cuando los centros etéricos lleguen a su máxima vibración. No es necesario extendernos sobre este punto, pues basta señalar que a medida que los siete centros de la cabeza responden al ego, los siete, centros siguientes:

1. la cabeza, considerada como unidad,

2. el corazón,

3. la garganta,

4. el plexo solar,

5. la base de la columna vertebral,

6. el bazo,

7. los órganos genitales.

Regla Nueve. Que el discípulo se fusione dentro del círculo de los demás yoes. Que se fusione en un solo color y aparezca su unidad. Sólo cuando el grupo es presentido y conocido, la energía puede emanar sabiamente. Todos los discípulos y aspirantes a la iniciación deben encontrar ese grupo particular de servidores al que pertenecen en el plano interno, reconocerlos en el plano físico y unirse a ellos en bien de la humanidad. Este reconocimiento se basará en:

a. Unidad de objetivo.

b. Unicidad de vibración.

c. Similitud en la afiliación grupal.

d. Lazos kármicos muy antiguos.

e. Capacidad para trabajar armoniosamente.

Regla Diez. La Hueste de la Voz, los devas, en sus graduadas filas, trabajan incesantemente. Que el discípulo se dedique a considerar sus métodos; que aprenda las reglas por las cuales la Hueste trabaja dentro de los velos de maya. Esta regla se refiere al trabajo de investigación esotérica, lo cual deben realizar en un momento u otro, quienes buscan la iniciación. Aunque no es prudente para el que no está iniciado, inmiscuirse en la evolución paralela de los devas, sin embargo, es necesario y seguro investigar el procedimiento seguido por los constructores, y los métodos que emplean al reproducir, a través del cuerpo etérico, el arquetipo de lo que denominamos manifestación física; sus grupos deben ser conocidos teóricamente y también considerarse los sonidos que los ponen en actividad. Por lo tanto, se requiere que todos los solicitantes hagan un estudio organizado de:

1. El propósito del sonido.

2. El significado esotérico de las palabras, de la gramática y la sintaxis.

3. Las leyes de la vibración y de la electricidad, y muchos otros estudios subsidiarios concernientes a la manifestación de la divinidad y de la conciencia, por medio de la sustancia dévica y la actividad de los devas superiores. Se investigarán también las leyes del macrocosmos y se reconocerá la analogía entre las actividades del microcosmos y la activa manifestación del macrocosmos.

Regla Once. Que el discípulo transfiera el fuego desde el triángulo inferior al superior y preserve aquello que es creado por el fuego en el punto medio.

 

El verdadero iniciado debe ser conocido por su prudente y santificada normalidad, por su constante conformidad con lo que es para bien del grupo, según las leyes del respectivo país, por el control y abstención de todo tipo de excesos y por el ejemplo de vida espiritual y rectitud moral que da a sus asociados, juntamente con la disciplina de su vida

Regla Doce. Que el discípulo aprenda a utilizar su mano para servir; que busque en sus pies la marca del mensajero; que aprenda a ver con el ojo que observa, situado entre los dos ojos. Esta regla parece fácil de interpretar a simple vista, como si se le ordenara al aspirante utilizar las manos para servir, los pies en los mandados jerárquicos y desarrollar la clarividencia. Pero el verdadero significado es mucho más esotérico. Comprendido ocultamente, el «empleo de las manos» es la utilización de los chakras o centros de las palmas de las manos para:

1. Curar las dolencias corpóreas.

2. Bendecir y curar las dolencias emocionales.

3. Elevar las manos en oración, o emplear sus centros durante la meditación, cuando se manipula materia y corrientes. Estos tres puntos requieren cuidadosa consideración, y los estudiantes occidentales pueden aprender mucho si estudian la vida de Cristo y consideran Sus métodos al emplear Sus manos. Nada más se puede agregar, pues el tema es demasiado vasto para que nos extendamos en este breve comentario.

Regla Trece. El discípulo debe aprender y comprender cuatro cosas antes de serle revelado el misterio más recóndito: primero, las leyes que rigen aquello que irradia; segundo, los cinco significados de la magnetización; tercero, la transmutación o el secreto perdido de la alquimia y, por último, la primera letra de la Palabra impartida o el oculto nombre egoico.

Regla Catorce. Escuchen, toquen, vean, apliquen, conozcan. Estas palabras conciernen a aquello que los cristianos llamarían la consagración de los tres sentidos principales y su empleo en la evolución de la vida interna espiritual. Luego se aplica lo aprendido y comprobado, seguido por la fructificación del conocimiento adquirido.

 

 

VICENTE BELTRÁN ANGLADA

 

NOTAS LIBRO «LAS FUERZAS OCULTAS DE LA NATURALEZA»:

La Iniciación es un proceso mediante el cual el ser humano puede convertirse conscientemente en una Entidad divina por haber captado plenamente el principio de fraternidad y haber decidido vivirla y realizarla en el mundo.

La Iniciación, refiriéndola concretamente al ser humano, es el paso que va de la simple aspiración devocional a la firme e inalterable resolución espiritual. El deseo ha de transformarse en voluntad antes de que el hombre se convierta en un firme candidato a la Iniciación.

Las dos primeras Iniciaciones; la primera para obtener autoridad sobre los átomos químicos del cuerpo físico, la segunda para adquirir un efectivo control sobre los devas del deseo que constituyen en su totalidad el vehículo emocional.

Podemos decir asimismo que el Fuego es el agente misterioso de la Iniciación, pues los devas ígneos de la mente invocados por el fuego de la resolución del discípulo se introducen progresivamente en sus chacras etéricos, se mezclan creadoramente con los fuegos latentes de los devas del deseo que allí actúan y finalmente los desplazan al exterior siguiendo el principio evolutivo de «cambio de ritmo».

Cuando hablamos esotéricamente de la Iniciación hacemos referencia a ciertas maravillosas y desconocidas zonas del Espacio en las que deberá penetrarse audazmente para descubrir en sus infinitamente sutiles repliegues las causas ocultas de cualquier expresión de vida en la Naturaleza y de las cuales las leyes soberanas de la gravitación universal y del principio mágico de la electricidad se hallan en sus más hondas raíces

Siendo la Iniciación, técnicamente hablando, el descubrimiento y conquista de espacios intermoleculares cada vez más elevados y sutiles determinando expansión de conciencia, podemos afirmar que el proceso iniciático tiene carácter universal y no se circunscribe únicamente a la evolución del Reino humano.

La Iniciación viene regida de esta manera por los sagrados impulsos del Gran Regente Planetario atrayendo hacia sí a toda forma de vida y cualificando con incomprensible amor a toda unidad de conciencia y los Ángeles, cada cual siguiendo ciertos definidos y marcados designios, velan constantemente para que la vida del Señor del Mundo llegue a lo más profundo de la Naturaleza, purificando formas y enalteciendo voluntades de vida

Las jerarquías angélicas, constituyendo una verdadera «Escalera de Jacob» ascienden así de las más ocultas y profundas entrañas de la vida planetaria, allí donde la conciencia divina se halla encerrada en la tosca forma de una piedra, hasta las más elevadas y sublimes alturas espirituales en donde la Vida del Logos planetario se expresa en toda su infinita majestad. La cadena iniciática se extiende así al infinito enlazando a las especies y a los Reinos y constituyendo una espiral de luz sin culminación posible, pero dentro de la cual cada alma, cualquiera que sea su condición o estirpe espiritual, hallará siempre el punto aquél, segregado del misterio de las edades, en que se hallará en presencia del Señor del Mundo representado por la correspondiente jerarquía angélica y a través de la misma verá irradiar su radiante Estrella. Igual es arriba que abajo, igual es abajo que arriba. Tal es la Ley.

Cuando en los tratados esotéricos se hace referencia a la Iniciación se habla también de ciertas ceremonias o de ciertos rituales mágicos como formando parte inseparable de la misma.

Se trata de una fórmula invocativa lanzada a los éteres del Espacio con respuesta angélica, estando relacionada tal respuesta con la calidad de la liturgia o de las ceremonias las cuales, como es natural, vendrán condicionadas por la trascendencia de los acontecimientos internos que intentan revelarse.

Cada iglesia y cada grupo religioso tienen sus peculiares sistemas de contacto angélico, aunque se utiliza casi indistintamente la campana como principal agente invocativo, pues de todos los instrumentos conocidos es el que más acertadamente imita el Mántram solar AUM, u OM. Se nos ha explicado esotéricamente que los grandes sacerdotes atlantes habían construido las primeras campanas ajustando su forma a la de la laringe humana, la única en la Naturaleza que puede pronunciar correctamente el Mántram solar. Así las ceremonias de casi todas las religiones tratando de reproducir ritos solares utilizan la campana como elemento de contacto con determinadas jerarquías angélicas capaces de responder a estos místicos sonidos. Las grandes campanas situadas en lo alto de las iglesias, templos o pagodas, más que instrumentos sonoros para llamar a los fieles a la oración, aunque en este sentido cumplen un especial cometido, son instrumentos mágicos de invocación de los Ángeles. De esta forma se precipitan alrededor de los templos y lugares de ceremonias grandes concentraciones de energía dévica que les prestan a los mismos este aire de solemnidad y de serena majestad.

Otro aspecto singularmente interesante e invocativo de la liturgia y de los rituales mágicos es la representación del misterio de la Creación a través del Cáliz y del Verbo, de la Copa sagrada y del Vino. Una representación simbólica de la sangre del Cristo en la liturgia cristiana, pero que ya antiguamente y con ciertas variantes formaba parte los Misterios invocados en el sagrado culto de Mitra. La Sangre, en su significación esotérica, es Éter en constante movimiento dentro y fuera de todas las formas de la Naturaleza. Luego, la introducción de la Sangre de Cristo en el interior del Cáliz sagrado, un hecho histórico atribuido a José de Arimatea, sólo ha de ser considerado como una representación simbólica mediante la cual se da vida al Misterio de la Eucaristía en muchas órdenes secretas y místicas del mundo, teniendo como significado único e incontrovertible la manifestación del Espíritu, o del Verbo, en cualquier tipo de Cáliz o de Forma en la Naturaleza, sirviendo de vehículo de comunicación de los Ángeles, los alados Mensajeros de la Divinidad, que comunican virtualidad y movimiento a la Sangre que llena de vida el Universo, es decir, al Éter primordial mediante el cual los Dioses creadores pueden comunicarse con los hombres en los dilatados confines de la Naturaleza

Todo Cáliz consta indistintamente de tres partes principales:

- la BASE, el SOPORTE y la COPA, o parte continente del Verbo, representaciones simbólicas de los vehículos físico, emocional y mental de los seres humanos y de los tres primeros Reinos de la Naturaleza, el Mineral, el Vegetal y el Animal.

El Verbo, o Alma espiritual del Creador, viene -casi indistintamente- simbolizado en todos los cultos religiosos en forma de un disco de oro, representación genuina del sol, o de la hostia sagrada en el sacramento de la Eucaristía cristiana.

El Misterio de la Iniciación al cual va dedicado nuestro máximo empeño carece de ornamentos externos. Su expresión es supremamente vivida y actuante. El sacerdote es el Hombre interno, el cual, en aquellos momentos, representa místicamente a la humanidad y deposita el Cáliz sagrado de su vida sobre el altar del sacrificio personal para que sea llenado por el Verbo de revelación, imagen glorificada del Espíritu Santo.

Así, los iniciados atlantes, los adeptos del Culto de Mitra, los sacerdotes celtas, los Caballeros de la Tabla Redonda, los esforzados paladines de la Orden de los Templarios, los nobles Ismaelitas del ISLAM, etc., no eran en su conjunto sino expresiones de la humanidad altamente evolucionada que mediante el culto sereno de la "sagrada ofrenda de sí mismos", eran ayudados y asistidos por los Ángeles. Éstos, adoptando muchas veces forma humana los conducían a través de ciertas obligadas pruebas iniciáticas al «Castillo», a «Avallón» o a la «Isla Blanca»" de SHAMBALLA, en donde se halla permanentemente la Sede del SANTO GRIAL, por cuanto es la Morada del Señor del Mundo.

Ha llegado el momento de presentar a los Ángeles y a las energías ocultas de la Naturaleza, como los factores básicos de toda posible manifestación en cada uno de los Planos de la Naturaleza. Ya como guardadores del orden cósmico, como agentes especializados en el Arte divino de la Construcción, como amigos inseparables del hombre y de la vida de los Reinos o como emanaciones de la conciencia divina tratando constantemente de establecer contacto con cada ser y cada cosa y como vehículos de acción y participación en los Misterios celestes, los Ángeles son una Energía incondicionada actuando por doquier y estando presentes por orden de jerarquía en cada una de las ceremonias y rituales mágicos mediante los cuales la Vida de Dios, en forma de Misterio espiritual se introduce en el seno de la Naturaleza.

Es obvio que la Iniciación, que en su esencia es un Misterio, utilice también un Ritual o Ceremonia mágica para que este Misterio pueda transmitirse, revelarse y hacerse comprensible en la conciencia del candidato.

La Iniciación, como reveladora de Misterios o de Sacramentos, utiliza una determinada forma de Ritual para crear un sistema de distribución para cierto tipo de energías con destino a los centros etéricos del Iniciado.

Estos centros son estimulados hasta el punto de crear dentro de los mismos una misteriosa actividad esotérica reconocida como de «dispersión de agentes dévicos inferiores», quienes son lanzados hacia afuera de los centros por la invasión de una fuerza superior que los desplaza hacia las corrientes de energía del cuerpo etérico y de allí al espacio exterior del cuerpo físico del Iniciado en donde –tal como esotéricamente se dice– «se reagrupan a la anhelante espera de una nueva oportunidad de vida y existencia».

La Ceremonia iniciática y cada uno de sus rituales poseen carácter mágico y tienen por objeto llenar el triple Cáliz del Iniciado de «Vida más abundante», es decir, sus cuerpos mental, emocional y físico que hasta aquel momento estuvieron sujetos a la presión del esfuerzo espiritual que desde el interior de los mismos ejercía el Alma o yo interno. Los devas, en varios niveles de actividad y pertenecientes a diversas jerarquías, cooperaron en el proceso iniciático. Algunos para recibir y cumplimentar ciertas órdenes o mandatos de parte del Iniciado a partir de algunos mántrams que el Alma avanzada es capaz de emitir correctamente por medio de su mente, potentemente organizada, como consecuencia de su fina y controlada sensibilidad emocional o a través de las palabras que emite en el mundo físico de las relaciones humanas. Otros devas colaboraron en los esfuerzos del Iniciado brindándole ayuda y prácticas instrucciones. Otros, de elevada jerarquía espiritual, le ofrecieron la visión de los inmediatos Arquetipos que debía realizar en su vida como precursores de su gloriosa actividad iniciática.

Las Ceremonias iniciáticas tienen lugar en determinados subplanos del Plano Mental en lo que respecta a las tres primeras Iniciaciones. Las que les siguen son impartidas en los niveles búdico y átmico del Sistema Solar y en cada uno de tales niveles se hallan las legiones angélicas que «mantienen la expectación mágica del recinto» mediante la pronunciación de cierto tipo de incomprensibles mántrams, misteriosamente vinculados con la vida del candidato, que dichos devas invocan de los éteres cósmicos donde se halla albergado el Misterio de las Edades que constituye la Gran Memoria Cósmica de la Naturaleza.

En la Ceremonia de la Iniciación, sea cual fuere la calidad espiritual del candidato que ha de recibirla, hay que precisar invariablemente los siguientes factores:

a) EL HIEROFANTE, o Iniciador.

b) Dos Altos Iniciados, cuyo rango espiritual dependerá en todo caso de la importancia de la propia Iniciación.

c) La Jerarquía Espiritual del Planeta, por medio del grupo de Iniciados cuya exaltación espiritual les permite asistir a la Ceremonia y tomar parte activa en la misma.

d) Determinado y escogido grupo de Ángeles de esplendente evolución cuya misión es transmitir energías solares o cósmicas en momentos cumbres del Ritual mágico.

e) Grupos especiales de devas, habitantes de los niveles espirituales en donde tiene lugar la Ceremonia iniciática, que intervienen también directamente en la misma  «dinamizando el recinto» e introduciendo energía superior en los centros etéricos del Iniciado.

El objetivo de la Ceremonia y de los Rituales que la acompañan es el de invocar energía cósmica por medio de los agentes dévicos y por el grupo de Ángeles mayores. El Ritual, en todas sus representaciones, tiene como supremo objetivo revelarle al candidato los Misterios del Reino, es decir, nuevas facetas de la Vida de la Divinidad que dejan entrever los Arquetipos de la Naturaleza que han de ser revelados o sustanciados y la parte que el Iniciado puede tomar en la manifestación de los mismos

Los Ángeles, hay que insistir mucho sobre este punto, establecen una mágica sintonía entre tales Arquetipos y la conciencia del Iniciado y proyectan poderosamente la visión de los mismos dentro de su cerebro, a fin de que ya jamás puedan ser olvidados en la vida personal, a pesar de las crisis y dificultades kármicas presentes hasta el último momento, aquellas sagradas reglas y divinas instrucciones.

Considerada la Iniciación desde un ángulo profundamente científico puede ser comparada al misterio de la Electricidad y revelada de la siguiente manera:

a) El HIEROFANTE, es el representante genuino de la LUZ en todos sus posibles voltajes.

b) Los Dos Iniciados que apadrinan al Iniciado, constituyen los polos positivo y negativo que producen la LUZ diferenciada en su mágico equilibrio y reducen la extrema tensión de la LUZ que irradia o transmite el HIEROFANTE.

c) El INICIADO, o el Candidato a la Iniciación, es el receptor de la Luz diferenciada. la bombilla que se enciende cuando los polos positivo y negativo manejados sabiamente por los Dos Adeptos o Iniciados establecen contacto en su cuerpo causal.

La transmisión de la energía cósmica a los vehículos sutiles del Iniciado por medio del Cetro iniciático que sostiene el HIEROFANTE es también una actividad angélica. Las corrientes de energía son siempre expresiones divinas que los Ángeles incorporan a Sus Vidas y les prestan el movimiento de acción y comunicación. Por ejemplo, la electricidad cósmica que maneja el Hierofante y que los dos Adeptos que asisten en la ceremonia iniciática descomponen en sus dos aspectos positivo y negativo antes de incidir en el cuerpo causal del Iniciado, constituyen una FUERZA que los Ángeles canalizan, dirigen y proyectan.

Ambos aspectos forman parte inseparable de un mismo Cuerpo de Misterios y el resultado de su intercomunicación es constante e invariablemente el mismo: infusión de luz en la sustancia, liberación del contenido sustancial de cualquier cuerpo celular y la conversión de dicho contenido en luz o éter cualificado.

La Iniciación, sea cual fuere el nivel donde se produzca o realice, demuestra siempre determinado grado de cualificación de los éteres, la expresión de un destino de luz que se halla en la base mística de la Creación.

En tiempos venideros, cuando la Ciencia haya logrado elevarse por encima de muchos de los conceptos actualmente considerados como fundamentales, algunos de los misterios ocultos serán revelados, especialmente el del símbolo esotérico de la CRUZ al que se le ha asignado un significado enteramente místico, cuando es el más valioso y dinámico elemento de comprobación del poder gravitatorio de la sustancia y de la natural tendencia a la agravitación que posee en esencia el espíritu creador del ser humano. En medio de ambas fuerzas, en el centro de este vórtice de energías centrípetas y centrífugas, el Alma humana o la de cualquier ser viviente de la Naturaleza, se hallará sujeta a la extraordinaria tensión provocada por aquellas tremendas fuerzas aparentemente antagónicas, pero que en realidad son complementarias y compensatorias que el Alma utilizará sabiamente un día para situarse en alguno de aquellos centros de equilibrio universal que esotéricamente llamamos Iniciación. Esta idea es sólo un leve indicio de las inmensas posibilidades que la Ciencia tiene a su alcance para introducirse en la vida religiosa y mística de la humanidad sin menoscabo de su integridad científica, utilizando solamente las leyes por todos conocidas y sobre las cuales ha ido estructurando todos sus principios, investigaciones y conocimientos.

 

 

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

 

NOTAS LIBRO «VIDA Y TRABAJO EN LA ESCUELA DIVINA I»:

Significado de la Iniciación

La Iniciación no es otra cosa que una ampliación de la consciencia. Esta ampliación tiene grados, evidentemente, y el último grado es aquél en que el discípulo llega a fundirse en el Alma universal

Entre la consciencia ordinaria y este grado sublime existen numerosos grados intermedios, y nuestra tarea, durante nuestra vida en la Tierra, es alcanzar el mayor número posible de estos grados, volver nuestra consciencia tan clara, tan límpida que, progresivamente, todo el universo pueda venir a reflejarse en ella.

Por eso el trabajo del discípulo va siempre en el sentido de tomar una mayor consciencia y tener un mayor control. En la medida en que logra llegar a ser consciente de numerosos fenómenos que se producen en él y fuera de él, consigue ordenarlos, armonizarlos, ajustarlos, o incluso provocarlos a voluntad, y se convierte en un Iniciado.

Así pues, en los santuarios del pasado, los discípulos aprendían a crear una atmósfera de armonía tan perfecta que atraían presencias luminosas y le daban a su Maestro la posibilidad de manifestar sus poderes en plenitud.

En los santuarios de la antigüedad ponían aparte a los nuevos adeptos, para darles una instrucción apropiada y, de esta manera, no introducían disonancias susceptibles de perturbar el trabajo de los demás.

La actitud sagrada es la primera condición exigida en la Iniciación.

Todos habéis oído hablar de estos Misterios, en los que los personajes ilustres, como Orfeo, Pitágoras, Platón, Apolonio de Tiana, fueron iniciados. Durante siglos, todos aquéllos que quisieron ser instruidos en los principios más elevados de la ciencia, de la filosofía y de la religión, fueron a Egipto. Incluso Moisés recibió la enseñanza de los sacerdotes egipcios. Fue en Egipto donde desarrolló estos poderes mágicos que le permitieron realizar después tantos milagros para salvar a su pueblo y conducirlo hacia la tierra de Canaán. Todos los diferentes preceptos y ritos que dio en los diferentes libros del Pentateuco, todos los símbolos que utilizó, le fueron inspirados por el conocimiento que había adquirido en Egipto, y también en casa de Jethro, gran sacerdote de Madian, con cuya hija, Séfora, se había casado.

El historiador griego Heródoto, que estuvo en el templo de Saïs, tuvo conocimiento de las Iniciaciones egipcias; y Manetón, historiador egipcio y también gran sacerdote de Heliópolis, es considerado por muchos eruditos como una fuente preciosa de informaciones.

Encontramos también esta influencia de los Misterios en pensadores como Plutarco (que fue gran sacerdote del templo de Apolo, en Delfos, viajó a Egipto y escribió un tratado sobre Isis y Osiris), y, después, más tarde, en San Clemente de Alejandría, Orígenes, Plotino, Porfirio, Jamblico, Proclos. En su libro «El Asno de Oro», el escritor latino Apuleyo describe ciertas ceremonias del culto de Isis. En realidad, toda la tradición esotérica está marcada por la influencia de Egipto. Es imposible citar todos los nombres, pero mencionemos solamente a Agrippa de Nettesheim, Juan Tritemo, Paracelso… el conde de Saint-Germain, Cagliostro, Claude de Saint-Martin… Swedenborg, Goethe, Novalis, Balzac, Gérard de Nerval, Villiers de l´Isle-Adam, Huysmans… Fabre d’Olivet, Saint-Yves d’Alveydre… Stanislas de Guaïta, Papus, Eliphas Lévy, Steiner… La lista sería todavía más larga, pero detengámonos ahí.

Lo que es importante conocer es, sobre todo, que el saber dispensado en los templos no era sólo un saber teórico. La Iniciación era una disciplina que concernía al intelecto, al corazón y a la voluntad… al espíritu, al alma y al cuerpo. El discípulo debía probar que había sabido triunfar sobre todas las manifestaciones de su naturaleza inferior, sobre sus instintos, sobre sus pasiones

Aquél que, llevado por un deseo ardiente de conocer la verdad, quería someterse a las pruebas de la Iniciación, se dirigía a un sacerdote de un gran santuario y, si éste le juzgaba digno, le conducía hasta la pirámide de Keops. En la decimosexta hilera de piedras de esta pirámide se abría una abertura de tres pies de altura, y por ella penetraban el adepto y su guía. Se internaban así en un largo corredor, estrecho, húmedo y sombrío, y allí, provistos de una lámpara, empezaban a avanzar. Llegaban hasta un pozo del que salía una humareda espesa. Apenas podían discernir, a la luz de la lámpara, una escalera que permitía descender. El sacerdote bajaba por ella, seguido del candidato. En la base del pozo había una abertura de la que partía una escalera por la que subían, y, después, un corredor que, después de rodeos y recovecos, les conducía hasta una puerta cerrada con dos batientes, una puerta de bronce. Esta vez, el sacerdote se detenía y decía: «No tengo derecho a acompañarte más lejos, de ahora en adelante estarás sólo. Como el camino es muy difícil y corres peligro de muerte o de locura, debes escribir tus últimas voluntades», y le pedía que escribiese su testamento.

El sacerdote le dejaba, y los dos batientes de la puerta se abrían solos, sin ruido. El candidato entraba, y entonces la puerta se cerraba tras él con un ruido espantoso. Este ruido hacia saber a los sacerdotes del santuario que un ser audaz –¡o un loco!– se había lanzado a encontrar la verdad. Y el candidato seguía avanzando solo por un corredor. En ambos lados del mismo, había nichos cavados en las paredes, y en estos nichos veía aparecer unos rostros macabros que, a la luz vacilante de su lámpara, parecían aún más espantosos y hostiles. Pensaba que eran las almas de los muertos que venían a atormentarle para oponerse a su paso, pero, en realidad, sólo eran estatuas. Dominaba su miedo y continuaba avanzando: llegaba ante una puerta guardada por tres hombres armados con una espada y que llevaban unos cascos en forma de cabeza de chacal. Uno de los tres se lanzaba sobre él, diciendo: «Si osas, puedes pasar. Todavía tienes la posibilidad de volver sobre tus pasos, pero, cuidado, una vez que hayas pasado esta puerta ya no podrás volver atrás. Si fracasas en tu empresa, ya no podrás salir de este templo, permanecerás en él como esclavo. Nosotros estamos aquí, día y noche, para guardar esta puerta».

Si el candidato decidía continuar, se inclinaban y le dejaban entrar. Llegaba entonces a una gran sala iluminada por una inmensa hoguera que debía atravesar. La madera que ardía en ella era de arbustos que se encuentran en Egipto (goma arábiga, espina de Egipto y tamarindo). En realidad, se trataba de dos hogueras que, debido a una ilusión óptica, parecían formar una sola; y, si el candidato tenía la audacia de acercarse suficientemente, se daba cuenta que había un paso estrecho que le permitía infiltrarse rápidamente por en medio. Llegaba después a un agua sombría y repugnante que también tenía que atravesar. Se quitaba los vestidos, que mantenía plegados encima de su cabeza, y, gracias a su lámpara, lograba orientarse y llegar al otro lado. Se encontraba entonces ante una plataforma a la que se agarraba. Veía una puerta de marfil que trataba de empujar, pero ésta no se abría. Observaba que en esta puerta había dos anillos metálicos que brillaban en la oscuridad: los cogía y, de repente, el suelo cedía bajo sus pies, y se sentía descender a un abismo sin fondo del que salía un viento tumultuoso y glacial. ¿Cuánto tiempo iba a durar eso?… ¿Tendrían suficiente fuerza sus brazos para poder mantenerse suspendido en esta posición con un frío así?… Pero, he ahí que, de repente, sentía de nuevo el suelo bajo los pies, veía que se abría una puerta ante él, y aterido de frío y agotado por todas estas pruebas (las pruebas del fuego, del agua, de la tierra y del aire), llegaba a una gran sala. Dos filas de sacerdotes vestidos con ropas suntuosas estaban allí para acogerle. Su tocado llevaba el símbolo de Osiris (el triángulo con un ojo en el centro); su actitud mostraba que estaban satisfechos de la forma en la que el candidato había pasado las pruebas. Uno de ellos le llevaba ante las estatuas de Isis, de Osiris y de Horus, y allí le hacía arrodillarse y rezar una oración a Isis, pidiéndole que le asistiese en las pruebas que venían a continuación. ¡Aún no había acabado!

El candidato se dirigía entonces hacia una puerta a la que llamaba. Desde el otro lado de la puerta, una voz terrorífica preguntaba: «¿Qué quieres? –Soy un pecador que ha cometido crímenes, y ahora quiero purificarme y expiar». La puerta se abría, entraba, y se encontraba ante tres sacerdotes que estaban sentados en actitud de jueces. El de en medio llevaba en el cuello una cadena de oro, de la que pendía un enorme zafiro adornado con el dibujo de una mujer desnuda mirándose en un espejo. Era el símbolo de la conciencia que se pesa. El candidato comenzaba a decir entonces en detalle todo lo que había hecho en su vida, sus buenas y sus malas acciones. Como estos jueces eran Iniciados, que conocían la frenología y la fisiognomía, y también eran clarividentes, les resultaba fácil ver si decía la verdad. Si veían que era sincero, le aceptaban. Después, le daban una copa cuyos bordes estaban untados con miel, pero que contenía un brebaje amargo; cuando bebía este brebaje, olvidaba todos sus crímenes y sus malas acciones. Después, le daban una copa de néctar que tenía los bordes untados con una sustancia amarga; al beber este néctar recibía la memoria de todo lo bueno y verídico

Y después empezaban los tormentos. Todo lo que habéis podido leer en la mitología griega sobre el suplicio de Tántalo (que, sumergido en el agua, no podía nunca beberla, porque el agua se retiraba a medida que él se inclinaba para beberla, o que, al lado de un árbol cargado de frutas no podía comerlas, porque las ramas se apartaban cuando él tendía la mano), el suplicio de Sísifo (condenado a hacer subir una roca por una pendiente que, apenas llegada a la cima, volvía a caer hacia abajo), o el de las Danaides (que debían verter agua eternamente en un tonel sin fondo), os dará una idea de estos tormentos. Porque estos mitos griegos, que parecen ser historias inventadas para divertir o asustar al pueblo, tienen, en realidad, un origen iniciático.

El candidato llegaba, pues, a un parque magnífico, en el que chicas y chicos jóvenes retozaban, bailaban, se abrazaban. Había sobre el césped cestas con frutas suculentas, ánforas llenas de vinos deliciosos, y él, que estaba hambriento, sediento, debía resistir. Debía también resistir a los encantos de chicas vestidas con gasa ligera, tendidas en posturas lánguidas; ellas le invitaban, pero, si sucumbía a la tentación, se había acabado: se convertía en esclavo del templo. Chicas encantadoras empezaban a desnudarle y, una vez desnudo, le daban unos azotes. Entonces, el pobre, luchaba evidentemente contra sus deseos, y su carne se encontraba en un estado lamentable. Cuando había probado que era capaz de triunfar, los sacerdotes ponían fin a la prueba y le sumían en un estado de armonía. Gracias a unos sonidos, cuyo poder mágico conocían, despertaban en él la consciencia del mundo divino.

Ahí tenéis una idea de las pruebas por las que debía pasar el futuro Iniciado. Si salía vencedor de las mismas, abandonaba el santuario precedido por los sacerdotes con vestidos de ceremonia. Él mismo llevaba una ropa blanca, una corona de mirto en la cabeza, y sostenía en la mano una palma, símbolo de la victoria. En las calles, en los balcones, la multitud le aclamaba, todos citaban su nombre, y hasta el faraón le enviaba regalos. En realidad, lo que acabo de deciros sólo corresponde a las pruebas preliminares que debía pasar el discípulo para tener el derecho a acceder a los últimos grados de la Iniciación. El último grado de la Iniciación era la experiencia de la muerte y de la resurrección. Los sacerdotes llevaban al candidato al santuario en donde tenía que meterse en un sarcófago, y allí, efectivamente, recitando fórmulas, le sumían en un estado de letargia cercano a la muerte: sus cuerpos etérico y astral abandonaban entonces su cuerpo físico para viajar por el espacio, contemplar las diferentes regiones del universo y comprender las leyes que lo rigen. Todo eso se grababa en su cuerpo etérico que conservaba la memoria de todo. Y, como en estos casos siempre hay el peligro de que se rompa la conexión que une los cuerpos sutiles con el cuerpo físico, algunos sacerdotes se quedaban a velarle junto a él. Eso podía durar tres días y tres noches… Entonces, mediante otras fórmulas, le hacían volver a su cuerpo. El discípulo no podía olvidar jamás esta experiencia, porque verdaderamente hacía de él un ser nuevo. Por otra parte, esta experiencia de muerte y de resurrección está, bajo otra forma, en el centro de la religión cristiana, puesto que Jesús decía: «El que quiera salvar su vida la perderá, y el que quiera perder su vida la salvará». O bien: «Si un hombre no nace de nuevo, no puede ver el Reino de Dios».

 Terminado su largo aprendizaje, el nuevo Iniciado se despedía de sus Maestros. A veces se iba a Persia para ser iniciado en los Misterios de Mitra, o a la India para recibir la enseñanza de los brahmanes. Había prometido bajo pena de muerte no divulgar nada de los secretos a los que había tenido acceso. Así pues, el extranjero que volvía a su país sólo hablaba de lo que había aprendido y vivido en términos oscuros, sirviéndose de mitos, de imágenes, que escondían la realidad al mismo tiempo que la descubrían. Por eso, a veces, se da al verbo «revelar» el sentido etimológico de «re-velar»: velar de nuevo.

Incluso las cartas del Tarot, que tantos ocultistas han tratado de descifrar, representan un resumen de la ciencia de los Iniciados egipcios que supieron simbolizar su inmenso saber en unas imágenes.

La Iniciación es un trabajo de organización, de purificación, de control.

El objetivo de la Iniciación es, en primer lugar, despertar la consciencia del discípulo a la existencia del mundo superior, y, después, trabajar para hacer de su cuerpo una morada para la Divinidad.

Este templo es el cuerpo de gloria, del que ya os hablé, explicándoos cómo atraer las partículas celestiales que deben contribuir a su edificación.

Las pruebas, en nuestros días, ya no se desarrollan en los templos, sino en la vida. Es en la vida donde debemos pasar las pruebas de los cuatro elementos.

Cuando el hombre fue expulsado del Paraíso por haber desobedecido al Señor, perdió su poder sobre los elementos. Para recobrar este poder debe aprender a dominar su cuerpo físico (la tierra), sus sentimientos (el agua), sus pensamientos (el aire), y a dominar su fuerza sexual (el fuego).

Los Iniciados de la Antigüedad imponían a sus discípulos ejercicios de purificación; no sólo se trataba de abluciones o de inmersiones en un río o en el mar, sino de toda una forma de vivir, de trabajar, de razonar, de sentir. Necesitaban años para purificarse; se trataba de toda una ciencia.

Así es como, al final, el discípulo llega a edificar su cuerpo de gloria. El cuerpo de gloria no es otra cosa que el cuerpo de inmortalidad, el cuerpo de Cristo, o cuerpo búdico. Una vez que ha sido formado, nada puede empañarlo, porque la pureza se ha instalado en todas las regiones.

Si los grandes Iniciados de Egipto escogieron para sus monumentos la forma de la pirámide, con sus líneas que se elevan acercándose hasta juntarse en la cúspide, es, justamente, para enseñarnos a buscar este punto, la cima. Muchos han escrito sobre las pirámides, ¿pero de qué se han ocupado? De cómo lograron ensamblar sin cemento estos inmensos bloques de piedra, de la dimensión de los corredores y de las salas, de los que hicieron planos y croquis detallados con todos los objetos que contienen, etc. Observaron cómo están situadas las aberturas en relación a los cuatro puntos cardinales o a ciertas constelaciones y, verdaderamente, sus libros son de una riqueza y de una erudición fantásticas. Y yo, ¿veis?, no conozco nada de estos detalles; he dejado este dominio a los sabios, pero he buscado una sola cosa, muy simple, que me da la posibilidad de resolver los problemas más complejos.

Éste es el método de todos los Iniciados: elevarse hasta el punto en el que constatamos que todos somos uno; entonces se acabaron las divisiones, nos tendemos la mano y la cuestión de la unidad queda resuelta. Hasta que no hayan llegado a esta visión de las cosas los humanos no se entenderán.

Si los Iniciados escogieron esta forma de la pirámide para sus santuarios, es porque quisieron que estas líneas, que se juntan en la cúspide, que suben hacia el Sol, diesen una lección de unidad a los humanos.

En las Iniciaciones egipcias esta Verdad estaba representada por Isis desvelada. Isis es un símbolo de la naturaleza. Y es a esta naturaleza, impenetrable para el hombre ordinario, a la que el discípulo debe quitar los velos para poder verla aparecer en su desnudez, en su verdad.

Los grandes hierofantes revelaban al discípulo, pues, que el ser humano está hecho a imagen de la naturaleza: enterrado bajo capas de materia habita un espíritu, una chispa, un ser indestructible, omnisciente, todopoderoso: Dios mismo. Y si, gracias a la ascesis, a la oración, a la renuncia, el discípulo era capaz de obedecer a las exigencias del espíritu, llegaba a fundirse con la Divinidad. Porque este espíritu inmortal, que es pura luz, sólo desea volver al Creador para fundirse con Él. Hasta que el hombre no sepa que su espíritu aspira a esta fusión, no hace nada para satisfacerle; contenta solamente a sus cuerpos inferiores, que también reclaman; pero, evidentemente, ¡sus reclamaciones son mucho menos nobles y desinteresadas!

Ésta es la verdad que los Iniciados del antiguo Egipto presentaban a sus discípulos bajo el símbolo de Isis desvelada. Si pedís únicamente la luz, la vida sublime, nada puede impediros proyectaros a estas regiones y cuando abandonéis vuestro cuerpo os encontraréis en medio de seres que poseen este esplendor que siempre habéis deseado, viviréis con ellos.

El Señor. Si dijo, pues: «Hágase Tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo», es que sabía que en los proyectos de Dios la evolución de la humanidad pasaba por el dominio y la espiritualización del plano físico. Entonces, la materia será transparente, radiante… Incluso los árboles, las rocas, el cuerpo físico del hombre, todo se volverá cristalino.

 

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